Nieves y Miro Fuenzalida
En la novela “Los Hermanos Karamazov”, de Fyodor Dostoevsky Iván
desafía a su hermano Alyosha... “Imagina que estás creando una trama del
destino humano con el objetivo de hacer felices a los hombres, dándole paz y
descanso. Pero, para ello es esencial e inevitable torturar hasta la muerte a
una sola creatura diminuta... a ese bebé sonriente lleno de energía moviendo
sus brazos y piernas en el aire ¿consentirías en ser el arquitecto en estas
condiciones?
Una amiga personal de una saludable mujer
de 52 años que murió de una trombosis cerebral a los pocos días de haber
recibido la vacuna AstraZeneca en la provincia de British Columbia en Canadá
expreso que... “incluso si solo hay una posibilidad entre 55 mil de que alguien
desarrolle un raro coágulo cerebral de sangre con la vacuna AstraZeneca que la
lleva a la muerte, personalmente creo que es demasiado”.
Según las ultimas estadísticas de Canadá
una persona de cada 55 mil sufre de trombosis cerebral causada por AstraZeneca
Los oficiales de la salud pública han identificado 28 casos con la condición
llamada “vaccine-induced thrombotic” y cuatro muertes después de recibir la
vacuna AstraZeneca. El riesgo es real, como también los beneficios. En opinión
del Primer Ministro “los impactos de contraer Covid son mucho más letales, como
hemos visto en todo el país, que los posibles efectos secundarios. Permítanme
recordarles a todos que cada vacuna administrada en Canadá es segura y
efectiva, según la evaluación de Health Canadá”. Cierto... solo que un posible
efecto secundario podría ser la muerte. Posibilidad remota, pero posibilidad
después de todo.
El problema, a pesar de ello, es que cuando
las autoridades no tienen el privilegio de elección porque la pandemia está fuera de control, cuando la muerte de los afectados aumenta cada semana y
cuando los cuidados intensivos y la ventilación mecánica están al borde del
colapso, los números muestran que el uso de la AstroZeneca en ese momento fue
el mal menor y su uso ayudó, en el momento en que faltaban otras vacunas, a
volver a controlar la infección.
Son este tipo de decisiones con las que
tienen que enfrentarse todas las autoridades políticas y sanitarias alrededor
del mundo. Decisiones difíciles de tomar que nadie envidia. Y cuando deciden...
¿cual es el principio ético que los guía? Por lo menos, los países que han
decidido seguir usando AstraZeneca, a pesar de sus riesgos, conscientemente o
no, siguen la moral utilitaria.
La pregunta fundamental de la ética es ¿qué
debería hacer? Y la cuestión fundamental para la filosofía política es ¿qué
deberíamos, como sociedad, hacer?
El utilitarismo, fundado por Bentham y
luego desarrollado por John Stuart Mill y Henry Sidwick, entre otros, da una
respuesta simple y directa. En breve, dice que lo correcto es producir las
mejores consecuencias y aumento de felicidad para el mayor número posible de
individuos... ¿significa esto que si se logra la felicidad del 70% sería
correcto, incluso si hacemos al 0% restante miserable? No exactamente. El
utilitarismo concibe lo bueno como lo útil para los demás, independientemente
de que coincida o no con nuestro propio bienestar personal. Lo bueno es lo útil
para los otros, aunque esta utilidad entrara en contradicción con los intereses
personales. El interés personal exige, por un lado, conservar la propia vida,
pero el interés general reclama, por el contrario, renunciar al interés
puramente personal e, incluso, arriesgar la vida. El utilitarismo acepta el
sacrificio de la felicidad y la vida en beneficio de la comunidad. El
sacrificio no es útil o bueno en siímismo, sino solo en cuanto contribuye a
aumentar la cantidad de bien para el mayor número de individuos. Incluso el
arriesgar la vida en este caso es útil o provechoso porque, de lo contrario,
las consecuencias serían peores que cualquier otro acto que se realizara en
lugar de el. Lo útil, entonces, depende de las consecuencias.
Independientemente de que el individuo se haya propuesto o no que su acto sea
ventajoso para él, para los demás o para toda la comunidad, si el acto es
beneficioso por sus consecuencia, entonces será útil y, por tanto, bueno...
Pero, estas consecuencias solo podemos conocerlas y evaluarlas después de
realizada la elección. Para el que muere la evaluación llega demasiado tarde.
A diferencia de la ética egoísta, el
utilitarismo pretende ser una ética altruista. El principio de hacer lo que
producirá el mayor bien tiene obviamente un poder explicativo que ninguna otra
teoría moral posee y, en este momento, ofrece un claro criterio práctico a las
políticas sanitarias. El objetivo es el bien de todos, el bien de cualquier
individuo como también el de uno.
Sin embargo hay situaciones en donde el
bien de todos excluye el bien de uno o de unos pocos.
Imaginemos, por ejemplo, que viene el tren
y vemos a cinco personas en la línea que no tienen tiempo para
escapar. La única manera de evitar la muerte de estas cinco personas es desviar
el tren a la otra línea. Pero, en medio de ella, también hay una
persona que tampoco tiene tiempo para escapar. Ahora imaginemos que nosotros
estamos al lado de la palanca de cambio de línea y que debemos elegir entre
hacer nada, que lleva a la muerte de cinco personas o desviar el tren a la otra
línea que lleva a la muerte de una sola persona.
La pregunta, entonces, es… ¿estamos
moralmente obligados a desviar el tren a la segunda línea o no? Si fuéramos
utilitaristas estaríamos llamados a desviarlo para salvar más vidas. Si
fuéramos kantianos, en cambio, tendríamos problemas con esta elección. Según el
utilitarismo todos tenemos la obligación de maximizar el bienestar social, sin
excusas. Para el kantiano, en cambio, “evitar la muerte”, una vez que se
transforma en imperativo categórico, significa literalmente “evitar la muerte”,
incluso si hay razones que indican que sería una buena idea. Es la diferencia
entre lo que es bueno y lo que es correcto. Tirar la palanca para desviar
el tren y matar a uno en lugar de cinco puede ser un mejor resultado, pero no
uno correcto. Cualquiera que sea la decisión alguien va a morir. En este caso
la eleccion es forzada y de poco nos ayuda el imperativo categórico.
¿No es esta la situación en que se
encuentran los dirigentes políticos y las autoridades sanitarias? Cuando el
doctor en la sala de cuidados intensivos tiene dos pacientes que necesitan un
ventilador y solo hay uno... ¿a quién se lo da? ¿qué criterio va a definir su
decisión? Aquí no hay espacio para discusiones interminables acerca de que
principios éticos son verdaderos o no. El utilitarismo ofrece un criterio
práctico... debería recibirlo el que tiene más probabilidades de sobrevivir.
A diferencia del imperativo categórico de
Kant algunos utilitaristas sostienen que las decisiones morales implícitas en
las políticas sanitarias son prescripciones basadas en propiedades universales
y no en referencia a individuos.
En las estadísticas los individuos son solo
números. Detrás de cada número, sin embargo, hay seres humanos concretos de
carne y hueso. Si el Primer Ministro de Canadá hubiera conocido de antemano que
esa madre llena de vida y sueños iba a morir como consecuencia de la
administración de la vacuna AstraZeneca, si hubiese conocido personalmente su
historia... ¿hubiera tomado la decisión de usar colectivamente la vacuna?
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> Nieves y Miro Fuenzalida.
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> 19/5/2021.
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