Sunday, April 28, 2019

Inicio de “El libro de las maravillas”


Jorge Etcheverry Arcaya

Cuando estaba recién abandonando el cascarón de la secundaria y me empezaba a salir este bigote que me dejo, esa barba incipiente y rojiza ahora blanca que no me dejo. Cuando me metí de golpe en la vida universitaria y en general en la vida o proyecto de vida de un joven adulto en esos años de comienzos mediados de los sesenta

Más o menos parecido a cientos o miles de cabros con suerte, con variaciones de peso y estatura, color de la piel, siempre en la gama del país, más o menos buenosmozos, buenasmozas, o mahometanos nomás, o pasables, o feúchos de frentón, cosa muy importante a esa edad

Mamíferos suertudos entrando a las aulas aunque fuera del Pedagógico, ni en Arquitectura, ni en Medicina, ni en Leyes, pero privilegiados de todos modos frente a todo ese otro huevonaje que tenía que empezar a ganarse el puchero ya desde la adolescencia y a veces hasta desde cabros chicos

En peguitas infectas

Entonces eran soles de cara plena lo que veíamos rotar en el cielo marcándonos un día primero, después el otro. Entonces era la noche ese pantano en que nos dábamos vueltas sin poder dormir de ganas de vernos parados en el umbral del día siguiente. La Esperanza y la Maravilla como gemelas rubias—al gusto de la época—ni qué decir de bonitas cuando se meten por un caminito y se dan vuelta para ver si uno las está siguiendo. 

Pero un pájaro enorme comenzaba a dejar proyectar el vértice de una de sus oscuras alas sobre ese claro horizonte histórico que para nuestros ojos era a veces el futuro

No está muerto (A lo mejor andaba de parranda)

  Jorge Etcheverry "No está muerto quien pelea” Me dijo Martín Fierro Pero así le fue Esa frase ha entrado Al patrimonio de la le...