Tuesday, August 29, 2023


 

Algunas perogrulladas en torno a la dependencia

 

Edgardo Sapiaín

Una palabra útil en la tarea de comprender tanto la historia como la situación presente de Latinoamérica es el concepto de dependencia. Este término es usado para referirse a la situación de países, o regiones geográficas completas que dependen de otras naciones en lo económico, social y político. La dependencia social, política e incluso cultural se basa en la existencia de esta situación a nivel económico. Esto quiere decir que la vida entera de una nación en el aspecto económico, es decir, la producción, circulación y consumo de bienes, está subordinada a otra nación. Que dicha economía no se desarrolla principalmente para satisfacer primordialmente y como sería natural las necesidades de la nación dependiente en cuestión, sino las necesidades de otras naciones. Si la satisfacción de necesidades es el problema básico de toda agrupación humana, y es esta necesidad la que genera una organización social y política, se comprende que una situación de dependencia implica para el país dependiente la imposibilidad de decisión sobre su propia realización como país.

Una situación de dependencia implica una relación entre dos países o regiones: uno que ejercita la dependencia y otro quela sufre. El centro de decisión y organización de dicha relación es el país que ejerce la dependencia. El objeto de dichas decisiones es la entidad dependiente. Se podría decir que la entidad que ejerce la dependencia es en esta relación es el sujeto de esta relación, siendo la entidad dependiente el objeto. El país o región dependiente no tiene una historia que lesea propia, ni verdaderos proyectos nacionales o regionales, sino que su vida económica, institucional y cultural, en mayor o menor medida, serán elaboradas en un centro—o área central— que está fuera de este país.

La región o país que ejercita la dependencia, incluye en el cálculo de los planes destinados a su propio desarrollo, los recursos del país o región dependiente. El país que ejercita la dependencia necesite la pasividad del país dependiente en aquellos aspectos que considere necesarios dentro de sus propios proyectos. El país dependiente no puede realizarse como una nación en forma autónoma, relacionándose por ejemplo de igual a igual con el resto de las naciones, sino a condición de romper la dependencia. Cualquier intento de independencia real, económica, de la nación o región dependiente, será resistido por la entidad que ejerce la dependencia con todas sus fuerzas, ya que, como se decía, los recursos económicos del país dependiente entran en los proyectos permanentes del país que ejerce la dependencia.

En principio, cualquier planteamiento nacional del país dependiente, sobre todo en lo que respecta a lo económico, representa un peligro para el país que ejercita la dependencia. Hay que aclarar sin embargo que cuando nos referimos a países dependientes hay que considerar dicha dependencia como fruto de una experiencia histórica pasada, generalmente de una colonización. Además hay dentro de este país sectores sociales que existen gracias a la situación de dependencia, pues son los explotadores y administradores de los intereses de los sectores que ejercitan la dominación desde los países metrópoli.

Existen además en el país dependiente otros sectores y castas que tienen por misión la mantención del estado de cosas propicios para la relación de dependencia, ligados con la institucionalidad, el poder económica local y la represión. Eso no quiere decir que dichos sectores sean en todo momento conscientes del papel que cumplen. Generalmente elaboran una ideología destinada a probar y probarse los beneficios del régimen como el único y el mejor posible, o como el único antela imposibilidad de otro, y una cultura que asume la concepción de mundo del país/región metropolitanos. En los países o regiones que ejercen la dependencia, hay a su vez un grupo monopólico empresarial que siendo la viga maestra del poder económico y tecnológico se confunde con la totalidad del país.

Las instancias institucionales políticas, a veces reacias a una situación que implica el ejercicio de la opresión más allá de sus fronteras, tienen que agachar la cabeza. Dichas corporaciones, que además se caracterizan por su multinacionalismo, son las que deciden igualmente sobre la producción, circulación y consumo de bienes en el país que ejercita la dependencia. La división de trabajo a escala mundial ha hecho que el país o región que ejercita la dependencia haya tenido que basar toda su organización social, política y económica en la relación de dependencia: las fuentes de materia prima y el trabajo rentable se encuentran mayoritariamente afuera, en el país o región dependiente.

Así, la dependencia ha conducido a moldear las condiciones de vida también en la sociedad que ejerce la dependencia, cuyo estado actual es impensable en un contexto en que la dependencia haya dejado de existir. Por tanto, cualquier cambio radical en la sociedad del país que ejercita la dependencia implica la destrucción del sistema de dependencia, así como la liquidación de este sistema por los países dependientes implica el colapso de la sociedad como actualmente existe en los países metrópoli. El lujo y el estándar de vida de estos países desaparecería con dicho cambio. A su vez, la miseria y la súper explotación que se viven en el país dependiente, sólo pueden desaparecer con el fin de este sistema. Se puede concluir que la dependencia implica por igual al país o región desarrollados en la relación de dependencia y al país o región colonizados: en tanto los primeros, que profitan del regimen para construir su opulencia, como los segundos, fuente de la que dicha opulencia brota, existen en su forma actual gracias a dicha relación.

Independientemente de las luchas progresistas que sectores sociales o políticos puedan llevar a cabo en el país metrópoli, en el marco de la reivindicación económica por ejemplo, la tarea fundamental de un intento de modificación o reemplazo de la sociedad del país metropolitano, pasa por el problema de la abolición de la dependencia, que a su vez implica la abolición del capitalismo, en tanto la dependencia bajo su forma neoliberal globalizante sigue siendo la forma actual de dicho modo de producción

 

Monday, August 21, 2023

50 AÑOS DESPUÉS

 A 50 AÑOS DEL GOLPE MILITAR EN CHILE 

INTRODUCCIÓN, TESTIMONIO, CRÓNICA: FACILITADOR: Ramón Sepúlveda

Roberto Quiroz, Cruzpaya Taylor, Carmen Gloria Urbina, Juan Luis Vásquez, Jorge Etcheverry. Héctor Vera

CULTURA:FACILITADOR: Jorge Etcheverry

Camila Reimers, Ramón Sepúlveda, Gabriela Etcheverry, Juan Carlos Martínez, Walter Bakalarz, lectura de poemas de Gloria Favi, lectura de poemas de Nieves Fuenzalida, lectura de poemas de Luis Lama, semblanza de Leutén Rojas, lectura de partes de Homage to Victor Jara de Patrick White, lectura de cronicuecas de Nelson Villagra.

MÚSICA: Antonio Bazaes, Alfredo Labbé, Sayén, Alejandro Sepúlveda, Patricio Ponce, Juan Luis Vázquez

10 DE SEPTIEMBRE EN EL "LATINOS, RESTO BAR", 665 BRONSON ST. DE 2 A 6 DE LA TARDE

Wednesday, August 16, 2023

La poesía de Jorge Etcheverry


La poesía de Jorge Etcheverry


José Jurado


De intensa, pero callada y sin alharacas, puede calificarse la labor creadora del poeta chileno-canadiense Jorge Etcheverry. De aquí que me parezca oportuno el presentar al lector de la Revista Hispano-Canadiense este interesante escritor con un ligero comentario crítico de su poetizar y una cala de muestra fijada en unos breves poemas suyos. Nada más apto, a mi ver, para que el tal lector pueda refrendar por sí mismo los puntos realzados por el crítico como esenciales de su análisis.

Etcheverry nació en Santiago de Chile el año de 1945. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Chile. Perteneció -y muy activamente- al grupo poético Escuela de Santiago. El cambio de régimen político de Pinochet le forzó a salir de su país nativo, exilándose en Canadá. Y, transcurridos unos años, adoptó la ciudadanía de este gran país. En Canadá ha ocupado su tiempo en ampliar estudios de literaturas hispánicas y comparadas en las Universidades de Carleton, Laval y Montreal, en la docencia y, naturalmente, por vocación, en escribir obra creativa: prosa y poesía. 

Sus escritos han venido publicándose con regularidad en diversas revistas de Hispano-América, Europa y Estados Unidos . Pero de los mismos hemos de resaltar las colecciones de poemas que llevan por título La Calle, Tánger y, por supuesto, El Evasionista, título simbólico y existencial de una serie de poemas que reflejan cabalmente la fuerte personalidad literaria y el bullente mundo interior de este singular poeta chileno-canadiense.

Lo que recoge el último libro mencionado, que es una parte muy sustancial y significativa de la poesía de Etcheverry: la escrita –si bien no toda ella- en.el periodo que va de 1968 a 1980; esto es, la que muy concretamente puede llamarse su poesía del exilio, con las implicaciones que ello conlleva en el impacto de la elaboración artística de un determinado escritor y, claro está, en el de la obra total del mismo: la lectura de su obra poética posterior a 1968 deja muda transparencia de que Etcheverry está atrapado -fieramente condicionado- entre los trágicos lazos de tal circunstancia vital, sin habérselos podido arrancar hasta el presente. De aquí lo apropiado -a mi juicio- de centrar el presente comentario crítico sobre esta obra suya, ya que marca en la creatividad del poeta un hito definitivo lleno de sustantividad perdurable. Añadamos incidentalmente que, en la selección de poemas que tomamos como eje de nuestro comentario se publica también una versión inglesa de las mismas hecha por Christina Shantz: excelente traducción de un texto extremadamente difícil, en la que se logra captar, no sólo las ideas e imágenes del poeta, sino particularmente su peculiar hálito poético y aún, en lo posible, las vivencias mismas del artista.

Etcheverry -lo reflejan sus poemas- ve, siente y vive su contorno en su intimidad, retirado de la vida social y distendiéndose, en su ensimismamiento, en un ámbito de seres (vivencias, más propiamente) profundos, ya muy al margen de las cosas. De ahí, de ese vivir a solas, con-sigo -extraída la quintaesencia de su yo con la intuición de lo profundo- desborda en su poetizar un chorro de imágenes híspidas, una tras otra, a grandes borbotones, emergiéndolas al plano de lo meramente lógico; pero a menudo en un cerrado u oscuro sentido de percepción discursiva no fácil de penetrar. El poeta va tras la intuición y el agarre prieto de las realidades profundas. Ésas, las insitas en el yo suyo, que no precisan ciertamente de ser conocidas, sino de ser re-conocidas. Así, pues, sin pretenderlo, sin proponérselo, ahí está, en su obra, mostrándosela inconscientemente al lector, la briosa y turbulenta tensión de su soledad, la abierta llaga de la problemática del poeta chileno-canadiense. Etcheverry aparece en esta colección antológica despojándose de la inmensa y espesa masa, neutra y amorfa de los valores profundos que le soportan; echando fuera de sí sus propias vivencias, la desgarrada realidad íntima que le aprisiona. En esfuerzo supremo de erradicarse de sí mismo por la vía de lo estético: El Evasionista. Revelador título el de este conjunto de poesías de exilio. Inconscientemente el poeta aspira a escaparse de sí mismo, a esconderse de su yo en esa interrelación de intimidad con el otro -el lector- a la que M. Buber calificó tan acertadamente con el marchamo de presencia dialogada. Ahí va, tras el fundirse, en el ámbito del ‘entre', en la intersubjetividad con el yo del de enfrente que le vive en la inmersión de sus poemas, de su destapada intimidad. Lo cuestionable es (nos preguntamos como crítico) si el poeta, en ese su tenso esfuerzo por aproximarse al otro, puede llegar realmente al escaparse, al des-garrarse de sí. Pues para tal habría que prescindir de la categoría espaciotemporal del ‘entre’, tan íntimamente unida al estrato ontológico del yo y del tú; con lo que ya andamos a caballo de la torturante aporía óntica del cómo eludir la intimidad del yo en ese movimiento del yo mismo, extravertido hacia el tú. ¿Mediante el poder lógico-síquico de la expresión?, ¿mediante la entelequia de la efectividad de los medios expresivos ínsitos en la palabra?... Y, ¿cómo, por otra parte, reducir a objetividad pensante, a entidad lógica, más aún, a vivencia comunicada (vivencia del yo en el otro) la inasequible inmanencia propia, la superobjetividad de lo íntimo vivido por el yo, en la misma forma e idéntica conjunción coordinativa?... 

Pero, no obstante, ahí está este Jorge Etcheverry poeta -el evasionista-, en vivo esfuerzo estético, en ánsia vital de eludir su yo torturado, de extra-verter en el otro su propia superobjetividad (es decir, lo que de ella es in-tuible y, mediante tal, a-sequible), agarrado a vocablos y expresiones espacio-temporales de rango meramente empírico, que inciten y susciten precisas, pero difíciles, representaciones, concretas simbologías. Y tras lo empírico, lo estético; y tras lo estético, lo supraóntico: lo existencial. Ciertamente, atajo único posible -si alguno hay- de hacer que el otro logre dar alcance a lo superobjetivo-vivencial del yo de uno. Toda intuición del ego, todo "saber" existencial, necesita transportarse al plano del concepto (trampolín de arranque inicial) para poder ser comunicado, tratándose de poesía o de cualquier otro género literario. Precisa envolverse en el concepto. No cabe otro escape; no hay otro resquicio para evadirse del yo personal, del única y de sobreexcelencia del poeta poeta, esto es, de quien, en verdad, goza del divino carisma de tal (como la del místico) es la de saber codificarse a sí mismo -la del saber transfigurar las vivencias íntimas de su ser- en mágicos moldes estéticos para poderse dar así al ser íntimo del prójimo'; es la del saber sacar a flote del obstruso e inasequible fondón del yo (mónada aislada, única e impenetrable), en armonía perfecta entre la percepción y la expresión, lo allí vivido por sí mismo a solas y en absoluta intimidad, para ser puesto, en generosa e insólita donación, en el no-yo: supremo regalo del uno.

¡Difícil tarea, pues, ésta del saber trans-formar (dar forma, sentido aristotélico) lo intuido en la enclaustrada intimidad del yo y llevarlo al plano de lo conceptual para lanzarlo al yo del otro!. Tal incomprensible comunicación de las propias vivencias mediante el inicial coger con el entendimiento (curo + capturo: concepto), tal esfuerzo por dar estructura de realidad lógica a la intimidad superobjetiva para así poder ser plenamente comunicada -esto es, para así lograr el hacerla sustancialmente "común" con la de otros "prójimos", nómadas también aisladas- resulta ser el más sorprendente misterium creationis del quehacer artístico en la interrelación personal de creador-receptor. Misterio mimético, sí; pero dado, no como simple imitación o copia de lo vivido (¿sería ello posible?), sino como sugestiva y vitalizadora representación o símbolo. En el título mismo de la aludida central colección antológica el poeta chileno-canadiense resalta la evasión como lo más sustantivo de su poetizar; tal vez, intuitivamente y sin haber parado mientes el poeta mismo en la profunda significación filosófica del término escogido: la unicidad íntima Etcheverry, en agonía estética por darse, evadiéndose de sí misma (de poder ónticamente serlo), aspirando a poner lo suyo, ésto es, su ínsita y fiera sustantividad, en el otro del con-torno ¡Inacabable tensión existencial! 

Tal es lo recogido en El Evasionista (y, naturalmente, por extensión, en la obra subsi-guiente de este escritor): la metáfora, la imagen, los contrastes y aun las contradiciones conceptuales -aristas y filos de quebrado espejo- arriman en el comentado elenco -instrumentos efectivos- intemporalidad y desarraigo a la razón físico-matemática que nos asiste. De todo esto se sirve con profusión Etcheverry, el evasionísta. Derrama su ser, su intimidad en torrentes de imágenes, en mares de contrastes, de contradicciones lógicas: enarbolar espadas, furia concéntrica de los cuervos, escrutabilidad diáfana de los ojos, postrera frescura de los astros, pupilas húmedas de calor, sortear las jarcias, llover fuego... De modo que tal quehacer poético viene a ser un urdido estético, continuo y apretado, de extraños y poco comunes simbolismos. Poesía acre, desarraigada, ácrata, desgreñada. Disconforme con el contorno. Sin apenas palabras de aliento, ni de esperanza. Aliada con el desdén. Más que eso, con el desprecio olímpico del vivir clasicista, montado sobre el interés material. Distintamente apartada de lo accidental (lo superficial, la no-nada, lo intranscendente, lo in-substancial), si bien, de ello arrancada. 

Con ansia infinita de cosificar, en el molde mondo de la letra, hervideros de vivencias propias; las más, vivencias torturadoras, disconformes. Poesía bronca, híspida, arrítmica, contradictoria en sí misma, multifacética. Sin aparato teatral alguno, sin esteticismos vanos, hueros. Cerebral y cruda. Abundante en transposiciones, distorsionadoras, como recurso óptimo y primario para aproximar al lector al ámbito remoto del ser único existencial del yo del poeta aislado. Poesía, sobre todo, de patente y bien definida unidad estilística, que permite reflejar sin esfuerzo, tras su profusión de símbolos, imágenes y contrastes polimorfos, una vida íntima, extraña y solitaria, intensa y exuberante en riqueza existencial y, más en particular, ciertos violáceos dejes de las amargas secuelas -si bien ya un tanto reposadas- de una vida desgarrada -des-compuesta- por el exilio. Interesante poesía ésta, heterodoxa, pero de inusitada resonancia y de innegable y profunda libertad artística. He aquí su cala:



CATEQUESIS

Atravesemos toda barrera entre nuestros ojos y el objeto viscoso que tuerce sus labios en una sonrisa interior. En un visaje maligno que insinúa una vagina en la tibia sombra.
De ahí salió todo lo que conocemos: Unas gotas de rocío. Cualquier cosa. Un poco de atmósfera que vista.
Un león que imponga sus leyes sobre la aún roja superficie, que asomará sus garras ante la menor infracción. Un ángel de piedra, dispuesto a llover fuego ante la menor blasfemia.
Un pequeño escribiente, ocupado en la misma faena (mucho peor pagado).
Detrás de cada muralla un tentador (o tentadora). Un sapo caliente, asilado en nuestra carne, masca el ala del pájaro cuyo vuelo significa la muerte.
Un hemisferio claro. Un hemisferio oscuro que podemos representar bajo la forma de un gran reptil.
Luego vienen los hombres. Que son unos brutos. Hasta que lleguen unos caballeros togados.


ADVENIMIENTO DEL SUEÑO

Teme la muerte de los sueños.
Teme el cumplimiento de los sueños.
Acurruca tu rostro en el hueco de la almohada.
Espera el día temblando.
Los ruidos se arrastran afuera..
Las estrellas brillan.
Cubra la colcha, como cuando niños, nuevamente el rostro.
Prolonga, prolonga
la harina que se esconde tras tus párpados,
la niebla que gira en tu cabeza en espera del sueño,
que romperá por unas horas
el blando espinazo de tu vida;
que te hará caer por interminables abismos
en compañía de un reloj, que eres tú misma
al lado, discutiendo con tu cuerpo.


El DURO CAROZO

Han segado a la gente como trigales maduros.
Han vaciado a las mujeres como guante dando vuelta.
Han convertido a los cuerpos en infinitos mapas de dolor.
El hambre agrandó la negra pupila de los niños.
Convirtieron en sudor la vida
y el sudor en sal y sangre
y la sangre en nuevas armas
y las armas otra vez en hambre
Han separado los vastos rebaños humanos.
Pero no han podido pulverizar sus vértebras. (La Ca11e , pág. 20)


José Jurado
Carleton University, Ottawa

Friday, August 11, 2023

Novela

Jorge Etcheverry

La disyuntiva que se le planteaba al escritor era rescatar y fijar esos parajes ya transformados donde nació y creció, en medio de la familia, las consejas, los gritos de los vendedores ambulantes los pájaros marinos allá arriba, la costa, esas calles de casas viejas, el centro que se modernizaba a duras penas, la plaza, el parque, la costanera  las campanadas de las iglesias y la bóveda del cielo. La ominipresencia del mar, como tantos y tantos pueblos en el país de la dilatada costa. Pero un momento, ¿dónde quedan entonces mis propias cosas, mis problemas, lo que pasó y me marcó a mí, después de todo también yo soy persona, tuve niñez, adolescencia, juventud, etc.? ¿Donde encajo yo en todo esto? Así se debatía el autor en una preñez de años, antes de dar a luz esa novela.


 

Monday, August 7, 2023

 


“Barrientos”, novela de formación por Luis Polo

Luis Benítez

La editorial argentina Contexto acaba de publicar un nuevo título del narrador local Luis Polo, que continúa las peripecias de su anterior entrega, Paso de los Libres, una autobiografía novelada.

En la mejor tradición del Bildungsroman (1), la novela del argentino Luis Polo -de fuerte contenido autobiográfico, como se trasluce en sus páginas- refiere el arribo a Buenos Aires, capital de su país, de un adolescente provinciano allá por los comienzos de los años ’70.

El traslado a la gran metrópoli supone para el joven un proceso de adaptación, en ocasiones muy forzada, por las diferencias tangibles en referencia al medio social, las costumbres y hasta el lenguaje y las maneras de interrelación que conoce como propias de su lugar de origen. 

Las peripecias del protagonista de Barrientos (2) configuran una puesta a prueba de sus capacidades para sumarse a las complejidades que caracterizan la vida de los habitantes de las grandes urbes, sin contar para ello con el mínimo bagaje de alguna experiencia previa.

Esta falta de conocimiento del know-how relacional local por parte del recién llegado supondrá para él una vasta serie de peripecias sociales, donde se encontrará en muchas oportunidades deambulando por el largo corredor que uno los puntos de aceptación o rechazo por parte de los porteños (3), cuya particular idiosincrasia desconoce. Las diferencias de costumbres, visión de la realidad, sentido de lo que es público y lo que es privado, los modos de actuar en el contexto de lo individual y lo general, habituales para cuantos lo rodean en la gran ciudad, le impondrán al protagonista una ardua tarea de adaptación que desembocará en una transformación personal y la modificación de las características personales anteriores, en función de acomodarse de la mejor manera posible a un nuevo entorno que le exige tácita o expresamente dicha suerte de “metamorfosis”.

En particular, es notable la capacidad del autor correntino para poner en evidencia este proceso en lo referente al empleo de un vocabulario diferente, el usual en el ambiente que lo rodea, cuyas expresiones y significados debe por las suyas “traducir” para que le resulten comprensibles no solo los sentidos latos de esos términos porteños, sino fundamentalmente la diferente visión de la realidad que trasuntan y contienen sus exteriorizaciones, presentes y repetidas reiteradamente en el novedoso ámbito que atraviesa. Dotado de una curiosidad y capacidad cognitiva que le harán salir triunfante de la exigencia, asimismo en no pocas ocasiones buscará en los libros el amparo que no encuentra fuera de ellos.

El discurso empleado por Luis Polo a lo largo de las casi 400 páginas que abarca Barrientos resulta de una gran eficacia para transmitir casi cinematográficamente las andanzas ciudadanas del muchacho venido del interior para abrirse camino en una Buenos Aires dual en su trato. Pero además y es cosa bien de destacar, los recursos expresivos del narrador dan cuenta cabalmente del momento muy particular en que su personaje arriba a Buenos Aires, ciudad sacudida por las reivindicaciones sociales, los pronunciamientos políticos y los sucesos públicos que signarían definitivamente un cambio fundamental para todo el país en el transcurso de la década.

De tal modo, el Bildungsroman concretado por la hábil pluma del autor no se reduce a la escala de lo meramente individual, sino que asume las resonancias de lo colectivo y le da un sitio -si bien sutilmente, lo que habla de su pericia para evitar el mero pasaje de crónica o referencia accesoria- de primer plano junto a las aventuras porteñas del protagonista.

Un relato ágil y convincente, donde la simpatía casi inmediata por el joven de provincias que gana al lector, con sus empeños y retrocesos, sus logros y vacilaciones, se contrapesa equilibradamente con el paisaje urbano en pleno proceso de cambio, lo mismo que le sucede al personaje principal de Barrientos.   

 

El autor

El narrador Luis Fernando Polo nació en Paso de los Libres, provincia argentina de Corrientes, en 1956. Luego vivió quince años en la ciudad de Buenos Aires y desde 1986 reside en la ciudad de Corrientes.

En 2022 publicó Érase una vez en Paso de los Libres, una autobiografía novelada, y anteriormente obra de su autoría fue incluida en El círculo invisible, libro de cuentos de varios autores de Corrientes.

Es psicoanalista y psiquiatra, se ha dedicado muchos años a la transmisión del psicoanálisis a través de la Biblioteca Analítica Corrientes y de la Fundación Litoral; también fue docente del C.I.D. Corrientes-Chaco, del Instituto Oscar Masotta perteneciente a la E.O.L. y asistió a clases del Centro Descartes de la ciudad de Buenos Aires. Escribió artículos de psicoanálisis en diversas revistas de difusión.

Fue director de Pez Dorado, revista de cine, en donde publicó críticas de películas.


NOTAS

(1)Término alemán empleado originalmente por el  fue acuñado en 1819 por el filólogo Johann Johann Karl Simon Morgenstern (1770-1852) en 1819, durante sus cursos universitarios, y posteriormente por el filósofo, historiador, sociólogo y psicólogo Wilhelm Dilthey (1833-1911), quien lo difundió a mayor escala a partir de 1905. Se traduce habitualmente como “novela de formación o aprendizaje”. En líneas generales, se caracteriza por narrar el proceso evolutivo del protagonista en el campo de lo social, moral y psicológico.

(2)Editorial Contexto, ISBN 978-987-730-756-6, 360 pp., Resistencia, provincia argentina del Chaco, 2023.

(3)Término genérico que se da a los residentes en la ciudad de Buenos Aires, por constituir esta una puerto de la mayor importancia en la Argentina.

 

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