Saturday, November 26, 2022

Poemas de Rolando Revagliatti de su libro ‘Pictórica’.

Rolando Revagliatti 

 

La mujer y el pintor


Mujer conmovedora sentada frente a mí

pinto a esta mujer conmovedora sentada frente a mí

designo conmovedora a esta mujer sentada

esta mujer conmovedora me designa pintor

 

Soy nombrado.


 

Amadeo Modigliani 


Madame Pompadour y su puntualidad a la hora de la ironía

vino áspero en el vaso del compañero

amigas atravesándote con sus enyesados fuegos recónditos

amigos en los trazos de ternuras y vigores

 

Y tu Juana Hébuterne también ella gestando.


 

Barbas en remojo


Las barbas de tu vecino

embobadas ante la sibila de Delfos

la Musmé, la enjoyada y luminosa Susana

 

Las barbas de los choclos

las barbas florecidas

las barbas de las máscaras

vigilantes ante las majas en el balcón

la dama del unicornio

y las costureritas vigiladas de Pedro Longhi

 

Las barbas de los expedientes

las barbas en bares decimonónicos

poseídas ante Ío poseída por la nube

y la muchacha de los bulevares del desnudo rojo de formas encerradas

 

Las barbas no sólo bárbaras sino cruciales

y las barbas epigramáticas

expectantes ante Marcelle Lender bailando el bolero de Chilpéric

la Venus y las nueve ninfas que danzan en el parnaso de Andrés Mantegna

y la troupe de mademoiselle Eglantine en franco cancán

 

Las barbas del barbero

a por las barbas

las blancas barbas

y las meretrices del salón de la rue des Moulins.


 

Miguel Ángel Buonarroti


Potente solitario

alma, cuerpo, cosas

las manos de su Dios, su tierra, sus parientes

 

Tributo al biógrafo:

la Batalla de los Centauros

en la corte de los Médicis

y la Virgen de la Escala

 

Extraedor de mármoles

mucho enaltecer

Clemente Séptimo abriendo su biblioteca Laurenciana

 

El relieve en el meollo

capturado en el relieve.


 

“Flora Futurista”

Nos intercepta en nuestros caminos

y alecciona

 

Es bella

(y nos afilia a las percepciones de Oswaldo Bot)

 

Reímos.

 

 

Duccio de Buoninsegna


Entre deudas y deudas

y privación y privación

de juramentos de fidelidad

al Capitán del Pueblo

 

Entre no marchar con las milicias ciudadanas

y practicar la brujería

 

Entre dos apaciguantes ángeles bizantinos

y un gótico serpear.

 

 

Exclusionista

 

No hay paisaje

 

En verdad, sólo pinta

su propia exclusión del paisaje

 

el pintor.

 

 

Víctor Chab

 

Restos

del oficio

de vivir

en un incendio

 

Figura medieval a la carrera

 

Vivir

en el incendio

que resta

del oficio.



Loro y gato

 

Un loro

vivo

encima

del blanco desnudo

cadáver

del desdichado

burgués

 

Saliendo de un cuadro

un gato

el último

de esta

            noche

saltando y corriendo

cenándose al loro

vivo

encima

del blanco desnudo

cadáver

del desdichado

blanco desnudo

burgués.

 

 

Pablo Picasso

 

Me quedo con tu ojo derecho

con tu suma de destrucciones

con dientitos que sin embargo son una sonrisa

con ése y con cualquier otro de tus sombreros y bonetes

a candoroso sobrenivel de las cabezas

 

Dicen lo que son esos dedos desnudos

estrellitas erectas

en franjitas erectas

había lo bonito debajo de los cuernos

 

En el ojal un colibrí

despunta donde yo vi una llamarada

 

Labios o peces de los arrabales en las paredes de una capilla

un cura de espaldas a una mujer de perfil

invitación a los bordes de una mujer de espaldas

plaza de sombras y banderas

pisan toro y torero

un seno rubio despierto debajo del collar

rostro del tamaño de su pezón sorprendidísimo

 

Demasiadas escarolas detrás de los pabilos

disponiendo de orejas, manoplas o tal vez marimoñas

y perpetuando un guitarrón asimétrico

ojo con el que me quedo

 

Una gata me huele antes de enloquecer

y se fuga entre curvas y penes aguileños

y un gallo en pastel se fuga con la gata.

 

 

Menos de medio litro

 

Menos

            de medio litro

de vino tinto en la botella

delante del botellón

al lado de la quesera

encima del mantel

que cubre la mesita

circular en el cuadro

 

que la mujer del pintor

apoyó contra el respaldo

de una silla.

 

 

Senos de tahitianas

 

Se diría que los recuerdo

y que hasta estuve allí

 

Me exhibía entonces al natural

con ellos todo es más simple

 

Al ciudadano le di

el olivo que es el olvido

 

Mis construcciones insistían

en situarme al fresco

 

Descalzo, mis valores de siempre

tendían a disiparse

 

Al náufrago le cabía

pintar y amar.

 

 

Salvador Dalí

 

“Que no es bacía, sino yelmo”

pintor que escribe relojes blandos

y diserta impregnado del aura de Onán

 

Delicada extirpación de números

en la medusa.

 

 

Mentada

 

Virgen del mil trescientos

de labiecitos incautos e insuficientes

con lujoso atavío de intensos dorados

mentada por cronistas contemporáneos

sin citar la fuente

afligida y conmovedora.

 

 

Pictórica

 

Confiscadas por Gauguin cinco bonitas esfinges sentadas de Oceanía

no cesa de morir Cézanne, sobre la mesa viva de alcohólica naturaleza muerta

 

con las cuatro estaciones arrojándose desde los tejados de Pissarro

es incuestionablemente en el jardín donde desayunaremos con Monet

 

un rápido secreto susúrranse personajes de Daumier

atinente al puente de Corot

y a que Delacroix guía al pueblo

y Gainsborough la carreta del mercado

 

grandilocuente consecuente Courbet recostado entre tus cortesanas

(dama como maja y el embozado Goya con el estoque)

mientras robamos a una bella gorda con Toulouse-Lautrec

 

¿y qué viene siendo de la consabida “demasiada verdad” del Velázquez retratista en tonos de infanta?

 

ah, si con la tijera del sastre de Moroni

lográramos cortar un mechón de cabello de la repantigada Venus de Tiziano

 

ah, cómo nos agradaría asistir con Giorggione a su atribuido concierto bajo el sol y el follaje

tomados de la blanca mano de Lucrezia Panciatichi, quien tomará con mayor firmeza a Bronzino de la mano

quien tomará a su vez a Margarita de Parma, la gobernadora, quien a su Moro tomará

para que triunfe —y no triunfe— Brueghel el Viejo con los batallones

El Bosco satírico aleccionando sobre las delicias y los desvaríos

(no espantemos a la encajera del católico Vermeer)

 

¿se percatan, Matisse, de tus deliberadas berenjenas?

¿admitirían la representación de uvas en ese racimo de Braque?

 

eclipse en la mirada de la mulata de Portinari

cuando Manet nos trae y nos deja a Stéphane Mallarmé

 

trabajan en el paisaje las gentes de Derain

y duerme reposa descansa en la cama que cubre su rojo escarlata el artista Van Gogh.

 

 


Lectura de poesía en Ottawa


 

Sunday, October 16, 2022

Alba y sexo

 Jorge Etcheverry

Mis sueños, a la hora en que se sueña, es decir cuando uno ya casi se va a despertar, según dice la ciencia—se pueblan de escenas eróticas que duran segundos, las sensaciones son las correctas, las reales de la vida despierta, táctiles, gustativas, olfatorias—otras veces son vidas enteras las que se desarrollan—ahora sabemos que el momento o la eternidad según se trate pasan en los últimos segundos del sueño—entonces es solo al despertar cuando me vienen esas potentes, firmes, prolongadas erecciones. Cavilo que ninguna de mis ocasionales y escasas amantes conocerá esa fuerza que mi apariencia diurna desmiente—a no ser que surja una que me sea tan compatible que se venga a vivir conmigo a este ático bastante lúgubre pero con una vista panorámica sobre gran parte de la ciudad. Entonces seremos despertados por los gallos y los ladridos y haremos inmediatamente el amor

Monday, September 5, 2022

“De chica me hubiera gustado perderme en ‘Las aventuras de Tom Sawyer’”

Laura Calvo responde ‘En cuestión: un cuestionario’ de Rolando Revagliatti

Laura Calvo nació el 7 de diciembre de 1949 en la ciudad de Laprida, provincia de Buenos Aires, la Argentina, y desde 1980 reside en la ciudad de Bariloche, provincia de Río Negro. Asistió como invitada al Festival Latinoamericano de Poesía de Rosario (1996), a sucesivas Ferias Internacionales del Libro en Buenos Aires, al Festival de Tango de Granada (2002) y al Festival Internacional de Poesía en el CCK (FIP 2017). Actúa como Jurado en concursos de carácter local, provincial y nacional y en encuentros y festivales en Bariloche. Es coordinadora de talleres de escritura. Obtuvo primeros premios y menciones por su obra poética y narrativa. Como cantautora, grabó dos CD con el compositor Roberto Navarro: “Poetango” (2002) y “Poetango 2” (2004). En coautoría con Graciela Cros, Manuel Bendersky y Julio Aguirre se editó en 1992 el volumen “Decimos” (obra poético musical), así como en 2005 el volumen “Ventanas a la palabra. El taller de escritura en la escuela”, en coautoría con Luisa Peluffo. En 2010 se publicó su libro de relatos para niños “Salto de página. Aventuras en el cuaderno”. Es autora de las novelas “Piedras blancas”, “Anote, querida”, “La patria de Laurita” y de los libros de cuentos “La más grande, la más oscura” y “Tándem”. Poemarios publicados: “Ángel fauno”, “Conquista del árbol”, “Poemas perros”, “Discursos vivos”, “Un cielo sobre la cabeza basta” y “Chimangos”. Además, en 2004, se socializa el volumen “Poetango”, el que reúne sus letras de tango, milongas y valses. Fue incluida, entre otras, en las antologías “Poesía Río Negro”, “Perras”, “Antología poética de Editora Municipal Bariloche”, “Abrazo austral”, “Poesía hacia el nuevo milenio”, “Antología federal de poesía. Región Patagonia”. 

 

1: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

LC: Si hablamos de creación literaria, fue algo que escribí después de ver una proyección de diapositivas del sur argentino, montañas, lagos, bosques, campos de margaritas. Yo vivía en un pueblo de la provincia de Buenos Aires sin relieves de ningún tipo. Tendría unos diez años y gané una medalla. Lo que más me impactó fue el centelleo del Lago Nahuel Huapi. Creo que eso me trajo hasta aquí y aquí me quedé.

 

2: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

LC: Con la lluvia me llevo mal y bien. Me gusta cuando llueve de noche y la escucho al dormirme. Nunca me gustó “mucho” la lluvia de día. De chicos nos mantenía encerrados. Te podías enfermar. Y te enfermabas. De aburrimiento. La lluvia de verano siempre fue la mejor, el olor a la tierra mojada; tediosa la de otoño; la de invierno, promesa de nieve, y luego todo empieza a florecer con la lluvia de primavera.

¿Las tormentas…? Son fabulosas, aquí en la montaña o en la pampa húmeda, pero que sigan de largo, todo ese viento huracanado, el agua contra los vidrios, el techo que cruje...

Con la sangre me llevo bastante bien, por lo que dicen mis análisis. Choques parentales no he tenido. A veces me hago “mala sangre” y me cuesta parar, me acelero, pero eso es otra cosa y tiene que ver con la velocidad, con que nada se interponga al deseo; vas ligero y si surgen contrariedades es como andar en un camino de ripio serruchado.

 

3: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?

LC: En muchos de mis poemas y canciones hablo de la respiración; “inspiración”, a mi entender, es sólo una parte del proceso que nos mantiene vivos; la respiración implica inspirar y espirar. En ese ritmo escribo.

Y con respecto a ese otro rincón, uno de mis últimos poemas, “Confesión”, lleva como epígrafe una cita semejante a la de Faulkner. “Nunca ha visto a Dios/ pero cree que una o dos veces lo ha escuchado”, de W. H. Auden.

Escuchar, ver, respirar. En sintonía, en igualdad de frecuencia entre emisor y receptor.

 

4: ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra?

LC: Hemingway, quizás.

 

5: ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?

LC: Que hay que seguir tirando el carro y que de a dos es más fácil.

 

6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad?

LC: Estremecido, “La guerra del fin del mundo” de Mario Vargas Llosa. Estremecido y dejado en estado de perplejidad, “Orlando”, de Virginia Woolf.

 

7: ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?

LC: La vez que, en un encuentro de poesía, tras mi lectura y aún arriba del escenario, la anfitriona se acercó a darme un abrazo y su pulsera quedó enganchada en mi vestido. No podíamos separarnos, no nos podíamos mover.

 

8: ¿Qué te promueve la noción de “posteridad”?

LC: No sé, no voy a estar. No pienso mucho en eso. intento que mis libros lleguen a las bibliotecas que tanto me han dado a mí.

 

9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan?

LC: Me gustan ciertas rutinas. Sentarme a escribir, por ejemplo, en esas horas de la tarde donde el quehacer doméstico está en pausa. Levantarme a la mañana y desayunar mirando el lago, el cielo, las montañas que, por efecto de la luz, las nubes o los vientos siempre cambian. Me aplasta la rutina del supermercado y pensar qué cocinar todos los días.

 

10: ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”.


LC: Contesto con algo de Italo Calvino: “Sólo a través de la limitación de nuestro acto de escribir, la inmensidad de lo no-escrito se vuelve legible.”

Y agrego, de Voltaire: “Todo estilo que no aburra es bueno.”

 

11: ¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? 

LC: Los sucesos derivados de la falta de justicia, de la burocracia ineficiente me indignan, me generan cierto grado de violencia. La verborragia previsible, la falta de registro del otro, me hartan instantáneamente.

 

12: ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?

LC: Galopar en el campo hasta la laguna, buscar huevos de pato, tero, gallareta, perforarlos con una aguja, ensartarlos como cuentas de un collar.

 

13: ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo?


LC: Tengo una gran afición por los escritores norteamericanos. De chica me hubiera gustado mucho perderme en un libro de Mark Twain, “Las aventuras de Tom Sawyer”, por ejemplo. Ahora podría citarte unos cuantos más y me quedaría corta: John Updike, Philip Roth, Dorothy Parker, Carson McCullers, John Cheever, Richard Yates…   

 

14: El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?

LC: Conocidos, me resultan todos, y muy frecuentemente visitados. Transcribo un poema mío para ilustrar: Nº 40 de “Chimangos”.

“En las noches de otoño las voces tienden a templarse.

Por la mañana los agudos crepitan como hojarasca seca

antes de que el rocío acabe con ella.

A medida que el día avanza se espesan los tonos graves

para agotarse como velas consumidas hasta el cabo.

Se ha cortado la electricidad

en la casa en la calle en el club náutico.

Sólo los autos que circulan bordeando el lago

parecen saber adónde ir.

En la oscuridad sienta bien el murmullo ascendente

de los motores.

Sólo hay que esperar.

En algún momento la luz vuelve.”

 

15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?

LC: Descubrí no hace tanto a Muriel Spark [1918-2006], una escritora inglesa de postguerra con un agudo poder de observación y un sentido del humor implacable. Voltaire supo fascinarme con “Cándido o el optimismo”; pasajes de El Quijote de Miguel de Cervantes, las novelas de Marguerite Duras, Milan Kundera; el ingenio, la mordacidad, el sarcasmo…, virtudes filosas que muchos buenos escritores comparten.

 

16: ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?


LC: Detesto las apreciaciones al voleo, las banalidades. Si por imprecisiones entendemos ambigüedades (un valor en lo literario), las prefiero a las obviedades.

 

17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?

LC: Más que entristecerme me perturba: ¿querer sin valorar? ¿valorar sin querer? ¿es posible “eso”? Si resolverlo es pensar lo menos posible en “eso”, seguiré dejándome llevar, “qué va chaché” …

 

18: ¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?


LC: Está el mundo semblanteado en el tango de Discépolo, y también hay un mundo que no es ni será una porquería, ese al que en forma latente aspiramos; una aspiración, sabemos, que no terminará en nosotros.

 

19: Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran?


LC: Mahatma Ghandi.

 

20: ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”?


LC: Las situaciones absurdas, el ridículo.

 

21: ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal? 

LC: Mis ideales me impedirían robar, por ejemplo.

 

22: El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos?

LC: El amor estuvo siempre sosteniendo todo lo demás. Me permití, viviendo aquí, espacios de contemplación que ayudan a relativizar el tema del dinero, los fracasos políticos y de la religión ni hablemos.

 

23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?

LC: Algunas propuestas teatrales.

 

24: ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?

LC: La calle de mi casa en Laprida, San Martín 1126, mi pueblo natal. La casa, situada frente a la plaza de Salamone, tenía un banco en la vereda y en las noches de verano, cuando la gente salía a tomar fresco, se paraba a charlar. Allí estábamos todos: mis padres, mis abuelos, mis hermanos, mis primos…  

 

25: ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción.


LC: “La visión de aquel bosque le desató la lengua; todas esas miniaturas creadas por su pensamiento cobraron autenticidad y no hubo sacrificio, ni azar, ni desajuste en la invisible ceremonia, ni en la danza oficiada para aliviar el sufrimiento de la ciudad cercana de la muerte.”

 

26: “Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?


LC: En el aburrimiento.

 

27: ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no?

LC: Nunca pienso en eso si la obra me interesa.

 

28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa?

LC: Me incomoda, me deja como debiéndole algo a ella.

 

29: No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás? 

LC: A mi abuela materna, aun no habiéndoselo manifestado nunca. Mi homenaje a ella ha sido a través de la literatura. Mi cuento más premiado, “La más grande, la más oscura”, la tiene como protagonista, como así también varios poemas.

 

30: ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?


LC: Si tuviera que diferenciar pasiones de entusiasmo, diría que las pasiones son peligrosas porque pueden hacerte perder perspectiva. El entusiasmo, en cambio, me parece más controlable, un motor que se enciende y ronronea a lo largo del camino, parando a descansar cada tanto (aunque para los griegos, la palabra “entusiasmo” significara esa locura religiosa donde las Bacantes, para honrar a Dioniso, se reunían de noche a la luz de las antorchas y acompañadas de una música de flautas mataban un ternero y se comían la carne cruda y sangrante).

 

31: ¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente?


LC: No han sido artistas.

 

32: ¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?

LC: Respondo con un poema mío (“El espíritu nítrico” de “Poemas perros”).

“Por amor a la contradicción

hay quien se burla hasta de las

demostraciones geométricas

(como un triángulo cuyos ángulos

no sumaran tres rectos)

Pero no me asombro de esto

y creo que si el triángulo tuviera

la facultad de hablar diría que el amor

es eminentemente triangular.”

 

33: ¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada?

LC: El crepúsculo vespertino.

 

34: ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías?

 LC: Ya que hablamos de “reuniones cumbres” de todos los tiempos y las artes, elegiría, literalmente, cumbres de mis cercanías. Una, la cumbre del cerro Otto, accesible, no muy alta ni escarpada, amable. Otra, la del cerro Tronador, bien arriba y con los ojos atentos a las grietas. Y la estepa, ah, la estepa donde la nada no es real y hace posible florecer, aún en la adversidad.

 

35: Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?

LC: No siempre la partida de ajedrez termina en mate. “Tablas” es el nombre que recibe el empate. Y en eso estoy.


*

Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en las ciudades de Bariloche y Buenos Aires, distantes entre sí unos 1600 kilómetros, Laura Calvo y Rolando Revagliatti.

 

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