Luis Polo (*)
La editorial argentina Librería de la Paz acaba de publicar el primer tomo de la saga del destacado autor correntino, con estudio preliminar del Prof. Oded Balaban, del Departamento de Filosofía de la Universidad de Haifa, Israel.
Voy
a cometer una herejía literaria- algo que con buen estilo despliega Alejandro Bovino
Maciel (1) en su “Los sueños de la eternidad en el tiempo” (2) –: la de
comenzar la reseña de su libro por el último capítulo.
Es
el capítulo titulado “La eternidad de las pampas y el gauchaje”, el que, en mi
modo de leerlo, es la justificación literaria o poética de todo lo desarrollado
anteriormente, ya que allí enlaza “El gaucho Martín Fierro”, el conocido y
estudiado libro de José Hernández, con lo desarrollado en los seis capítulos
anteriores de este ensayo.
“Los
sueños de la eternidad en el tiempo” aborda un tema complejo que ha desvelado a
la filosofía y las religiones – como a las disciplinas conexas a ellas – y desde
hace miles de años a la civilización occidental. Para ello Bovino Maciel
desarrolla un excelente cruce, producto de muchos años de estudio y de investigación,
de la historia de la doctrina del cristianismo y de la filosofía occidental.
Nos encontramos, a partir de los primeros seis concilios papales, con precisos
detalles de nombres y fechas de las idas y vueltas sobre aquello que debe ser
un dogma, como la entidad eterna de Dios y Cristo, sobre si deben ser Uno o
dos, sobre los siete pecados capitales, la “maculada” concepción de la virgen,
la infalibilidad del Papa y otros importantes temas. Bovino Maciel encuentra en
los propios argumentos de la iglesia católica el origen de las dudas y de las
críticas que el autor plantea con una rigurosidad que no exime de pinceladas de
humor.
Toda
su erudición pega un salto histórico y queda puesta al servicio de la lectura que
realiza sobre “El gaucho Martín Fierro” y “El regreso de Martín Fierro”, en
donde queda en evidencia que a Bovino Maciel - como lo atestigua su vasta obra literaria
anterior – le interesa tanto la historia de la región – habría que decir de la
Patria Grande – como su literatura.
Ricardo
Piglia, un imprescindible faro intelectual, dice en “Las tres vanguardias” que
la recepción de un libro depende más del modo en que se lo lee que del modo en
que fue escrito, lo cual depende del contexto histórico donde se despliega la
lucha de las vanguardias con las tradiciones literarias.
José
Hernández escribió “El gaucho Martín Fierro” en 1872 y “La vuelta de Martín
Fierro” en 1879, como una respuesta al “Facundo o civilización y barbarie en
las pampas argentinas”, de Domingo F. Sarmiento, y su objetivo era literario y
político.
Hernández
era rival político de Sarmiento, quien puso precio a su cabeza luego de un
fallido levantamiento en armas de aquel en contra de su gobierno - por eso Hernández
se refugió en Corrientes y en el sur de Brasil, momento en que comenzó la
escritura de su poema gauchesco –. Composición cuyo fin era destacar la marginalidad
a la que era sometido el gaucho en el momento histórico de la construcción de
la República Argentina, luego de finalizada la larga guerra civil entre
unitarios y federales.
El
gaucho era, por un lado, carne de cañón en la lucha contra los indios - Martín
Fierro es “levantado” contra su voluntad y llevado a la frontera interior a
pelear contra los pampas, de donde escapa - y por otro por la llegada de los inmigrantes,
quienes gozaban de beneficios que les negaban a los gauchos: los extranjeros eran
aquellos que traían la anhelada civilización europea.
Bovino
Maciel se instala en esa polémica y dice que el gaucho es un marginal en doble
sentido: por su analfabetismo y por sus costumbres camperas es rechazado por la
ciudad que comienza a europeizarse y a su vez también es rechazado por los
indios, pues ha luchado contra ellos.
La
generación del 80 leyó el Martín Fierro como la exaltación de la barbarie que
buscaba erradicar, pero llegado el siglo XX el Martín Fierro fue leído de otra
manera. En 1917, en “El payador”, Leopoldo Lugones se pone al frente de la
tarea literaria y política de canonizarlo como el libro de la argentinidad. Fue
esa una respuesta al temor de las clases dominantes a las ideas anarquistas que
llegaban con los inmigrantes europeos; se necesitaba un símbolo de la tradición
de lo argentino. Lugones lee en el Martín Fierro el coraje de la raza y de la
lucha por la libertad, cualidades harto necesarias para enarbolarlo como
símbolo. Esta operación que fue rechazada por Borges, quien dijo que el destino
de nuestro país hubiera sido otro si el libro de la argentinidad hubiera sido el
Facundo y no la historia de un gaucho desertor. Macedonio Fernández terció con
su habitual ironía: “pobres los gauchos, se la pasan hablando en versos”.
Bobino
Maciel atraviesa al Martín Fierro por lo que escribió en los seis capítulos
anteriores de su ensayo y el resultado es extraordinario.
Se centra en el giro narrativo e ideológico que se encuentra en “La vuelta…”
cuando Fierro, en la payada con el Moreno, hermano de aquel a quien Fierro mató
años atrás, somete a preguntas al Moreno sobre la naturaleza, la cantidad, el
Ser. Este las responde con profundos conocimientos, provocando la admiración de
Fierro. Después – en un intercambio dialéctico – es el Moreno quien interroga a
Fierro sobre Dios y el tiempo, quien, al decir de Bovino Maciel, responde como
un metafísico monista y otras como un humanista, algo imposible en la lógica
sarmientina. Ya no es el gaucho anarco-matrero, se ha civilizado, da consejos a
sus hijos, pero Hernández, astutamente, nos lega en la figura de El viejo
Vizcacha, su crítica a la sociedad.
El
resultado final del libro es que Fierro se hace amigo del Moreno y se va hacia en
paz hacia el horizonte, hacia el futuro, montado en su caballo en compañía de
sus hijos.
Cuando
un libro me gusta me lleva hacia otros textos, en este caso fui llevado a
“Historia de la iglesia argentina”, (2000), ensayo de Roberto Di Stéfano y
Loris Zanatta – el mejor libro de política argentina que leí en los últimos
años –; al artículo “Cómo se escribió el Martín Fierro”, (2003), de Élida Lois
(forma parte de “Historia crítica de la literatura argentina”, dirigida por Noé
Jitrik); a “El Paso de los Libres”, (1934), poema gauchesco sobre la revolución
contra el gobierno de Agustín P. Justo que escribiera Arturo Jauretche cuando
estuvo preso en Corrientes, y que cuenta con el prólogo de Borges. También fui
hacia “Los cautivos”, (2000), una nouvelle
de Martín Kohan sobre un par de indómitos y errantes gauchos que recorren la
pampa y a “El deseo y la furia”, (2022), la excelente novela de Luis Benítez sobre
el mito de Camila O´Gorman, ambas ambientadas en la etapa previa a la formación
de la República Argentina, época histórica que hay que recorrer desde la
literatura para entender la escritura tanto del Facundo como del poema
gauchesco de José Hernández.
Voy
a finalizar con una buena noticia, “Los sueños de la eternidad en el tiempo”
(2023), editado por Librería de La Paz, es el primer volumen sobre un total de
seis libros de Alejandro Bovino Maciel, los que espero que a la brevedad nos
sigan enseñando un camino de lectura crítica sobre este complejo e inspirador tema
de la existencia humana.
Referencias
(*) Luis
Polo nació en Paso de los Libres, provincia argentina de Corrientes, en 1956.
Luego vivió en Buenos Aires y actualmente reside en la ciudad de Corrientes. Es
psicoanalista y psiquiatra, se dedicó muchos años a la transmisión del
psicoanálisis a través de la Biblioteca Analítica Corrientes y del C.I.D
Corrientes-Chaco perteneciente al Instituto Oscar Masotta. Publicó artículos de
psicoanálisis en diversas revistas. Fue director de la revista de cine Pez
Dorado, en la cual publicó críticas de películas. También publicó en el Círculo
invisible, un libro de cuentos de autores correntinos, Érase una vez en
Paso de los Libres, autobiografía novelada, en 2022, y la novela Barrientos,
en 2023.
(1) El poeta, ensayista, dramaturgo y narrador argentino Alejandro Bovino
Maciel nació en la provincia de Corrientes en 1956. Entre otros, ha publicado los
siguientes títulos: La salvación, después de Noé (cuentos y ensayos,
Editorial Ocruxaves, Buenos Aires, 1989); Los conjurados del Quilombo del
Gran Chaco (relatos, en coautoría con Augusto Roa Bastos, Omar Prego Gadea
y Eric Nepomuceno, Edit. Alfaguara, Buenos Aires, 2000, Editorial Record,
Brasil, Río de Janeiro, 2001); El trueno entre las páginas (conversaciones
con Augusto Roa Bastos, Editorial Intercontinental, Asunción, Paraguay,
2002); Polisapo (narración en coautoría con Roa Bastos, Ed. Servilibro, Asunción, Paraguay, 2002, Editorial
Libresa, Ecuador, 2005, Editorial Laberinto, España, 2006); La
Bruja de oro (nouvelle infanto-juvenil, Servilibro, Paraguay, 2004);
Prostibularias-1 (en coautoría con otros autores paraguayos y
argentinos, Editorial Servilibro, Paraguay, 2002); Diários de um rei
exiliado (Editorial Landmark, Sao Paulo, Brasil, 2005); El señor es
contigo (en coautoría con Gloria Rubin, investigación sobre feminicidio en
Paraguay, Servilibro, Paraguay, 2005); 20 poemas de humor y una canción
disparatada (en coautoría con Pepa Kostianovsky, Servilibro, Paraguay,
2005); Culpa de los muertos (novela, Editorial Rubeo, Barcelona, 2007); Cuentos
en la guerra y en la paz (Servilibro, Paraguay, 2011); La faute des
morts (novela, Editions La Derniére Goutte, Estrasburgo, Francia, 2014); Teatro
Político-1 (Editorial Intercontinental, Asunción, Paraguay, 2012); Enero.
Los perros de Dios (Editorial Servilibro, Asunción, Paraguay, 2013); Teatro
Político-2 (Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2015); Teatro
Político-3 (Editorial EUDEBA, Buenos Aires, 2016). Es director de Palabras
Escritas, revista-libro, diálogo cultural entre Brasil e Hispanoamérica,
Edit. Servilibro, Paraguay. Es miembro de SAL-REDAL, centro de estudios de la
Universidad de la Sorbona, París, Francia.
(2)Editorial
Librería de la Paz, ISBN 978-987-8964-60-7, volumen 1, con estudio preliminar
del Prof. Oded Balaban, Departamento de Filosofía de la Universidad de Haifa,
Israel, 132 pp, Resistencia, provincia argentina del Chaco, 2023. https://www.libreriadelapazediciones.com.ar/
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