Friday, July 14, 2023

Reflexión trunca a las 6:00 AM sobre la lectura.

Jorge Etcheverry

Las lecturas son sumamente personales como experiencia. Incluso suponiendo una pantalla gigante que proyecta textos institucionalmente aprobados frente a una multitud que tiene que repetir en voz alta y al unísono esos lemas, mandamientos, principios, los ojos y el cerebro que leen son individuales y no se pueden transferir. No hay uniformización, nivelación, socialización de la lectura que pueda abolir este hecho.  Para imponer un discurso valórico vigente, la imagen, la estatua, el muro, el retrato heterodoxos pueden ser eliminados del paisaje visual. La justificación, la universalización del estado de cosas ideológico actual para hacerlo proyectarse hacia el pasado y el futuro insondables, para hacerlo universal y sempiterno, tienen que ser parte de un discurso totalizante, que no tiene para qué ser necesariamente explicativo o enteramente racional. Ese discurso es imprescindible.  Resulta aparente la necesidad de ese discurso, que a su vez para ser permanente y total tiene que convertirse en algún momento y de alguna manera en texto, que implica la experiencia individual e intransferible de la lectura, donde en teoría y estadísticamente todo puede pasar. Lo que rompe el ciclo tautológico de la pretensión universal y absoluta de la ideología/discurso dominante o subordinado, racional o religioso, retrógrado o progresista. Porque todo discurso textual desprendido desde una ideología o concepción de mundo tiende a ser universal. Pero las lecturas se hacen en un contexto social, regional, comunal, político, cultural, implican expectativas sobre tradiciones, la existencia de espacios concretos, objetos mercantilizables impresos o no, la presencia de círculos de protagonistas sociales, detentadores/otorgadores de poder, portavoces. Entonces el sentido por así decir directo o diccionográfico o léxico de la lectura se ve modificado, su importancia casi suplantada por los factores situacionales que la necesita y que la cobijan, elementos de valor agregado al sentido. Entonces la lectura se encuentra como centro de un entramado institucional, entendido como una pugna/encuentro/equilibrio temporal de diversas “instancias” simbólicas/fácticas. Centro porque todo discurso emitido termina en la lectura.  En general, se leen discursos que son producto y hasta cierto punto reflejan esas condiciones, Comúnmente los discursos leídos y legibles no están muy alejados de la convención prevaleciente o consagrada, en muchos casos común a las distintas posiciones ideológico/políticas, sus figuras, textos y maneras son atribuibles a un algo nacional. Se alejan quizás solo lo suficiente como para crear un perfil, que tiene que ver cada vez en mayor medida con la constancia de un estilo o temática, una carrera literaria prolongada y más o menos pública, etc. Los entornos sociales crean expresores/reflejadores de esas condiciones, centros de (relativa) atención social, que pueden ser intercambiables, y donde inciden elementos tales como el aspecto físico, etc.  

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