Sunday, April 28, 2024

Cybernetics with recommendation

 Patrick Phillmore 

 

The virtual city lingers

Encompasses attracts repeals

But not our so to speak totality of being

What a sentence

But, yes

More and more of our sentient life go there

We fly cross traverse slide

A multidimensional realm but

Somewhat lame and dull

There we don’t have our failing bodies and senses

We can build up an image

I could go on forever

But I recommend you to real

Instead some William Gibson



Sunday, April 21, 2024

No está muerto (A lo mejor andaba de parranda)

 Jorge Etcheverry

"No está muerto quien pelea”

Me dijo Martín Fierro

Pero así le fue

Esa frase ha entrado

Al patrimonio de la lengua castellana

(perdón, española)

Entonces uno es un zombi

Por un lado uno parece que está vivo

Pero en cuanto a eso de pelear

Hace ya décadas

Que nos arrellanamos

En nuestros sillones de elección



Thursday, April 18, 2024

“Poética del no-saber o La mutante fragilidad de los entes”: una lectura del libro ‘Habría de abrir’ de Rolando Revagliatti

 

María Rosa Maldonado

 


Y si se abriera, qué habría en el abrir, cuando la condición de abrir va con delicadeza impensada y, sobre todo, sin abrirse?

Decir sin decir o decir para negar. O negar para afirmar.

En todo caso, en estos poemas algo se desliza de su sitio, se disloca. Esa idea, esa que debería abrirse, sugiere un no-mostrar. Sin cerrarse, tampoco se difunde. Susurra al oído el secreto desarreglo de los saberes. Disloca lo que siempre ha estado dislocado. Un mundo creado por el pensamiento. Poco confiable.

Y la dislocación de la idea se corresponde con la dislocación del lenguaje. Lo que estaba aquí, ahora está allá. El predicado se hace sujeto. El sueño, lo real.

“No le enseñaron a denominar sueños / a lo que él tiene”

Los poemas de Habría de abrir implican una forma de búsqueda de la verdad, filosofal, mediante la aceptación y el rechazo del mismo concepto. Cuando lo que muta es el sujeto el mundo muta con él.

No se trata aquí de una reducción al absurdo. El absurdo, tanto como la nada, también son in-ciertos. La dialéctica va y viene entre dos opuestos. La realidad excede toda lógica. El autor no pretende un pensamiento esencialista. No encontraremos por aquí las ideas platónicas. Lo múltiple no hace referencia a lo uno. Simplemente lo que es se manifiesta en la mutante fragilidad de los entes.

El ser humano no está frente a lo pavoroso (ominoso?), pertenece a lo pavoroso. Es su modo de ser-en-el-mundo.

“Ni me asomé / y mucho menos me caí // Mi pertenencia a él / y en él mi residencia ininterrumpida”.

Encontramos en estos poemas de Revagliatti expresiones o frases, como ya indicamos, que contienen o implican contradicciones. Y la afirmación persuasiva de un no-saber.

Este no-saber es un planteamiento de ruptura con respecto al “saber” establecido por el sistema que se rebela como vacío o preñado de ideología. El autor aconseja:

“Que no lo diga todo / que se cuide // que todo lo que diga / sea lo no todo / que podría decir // y sea lo no todo / que podría / diciéndolo / no decir”.

He aquí un disimulador. Pero qué es lo que disimula? O lo que no disimula al disimular. Lo que Habría de abrir, abre una estética original y persuasiva: La ironía, disimulo o ignorancia fingida, expresa algo muy distinto o incluso lo contrario de lo que se dice o escribe, oposición entre el mensaje aparente y el que el autor pretende transmitir. Pero para que se esclarezca el sentido del sinsentido hace falta compartir implícitamente una serie de valores o conocimientos. Un modo de participar en la búsqueda.

“Llegaré hasta donde / no hay más // No lo cubriré / sin embargo / todo // No lo sepultaré.”

Queda para el lector la reconstrucción de lo abierto en lo que aparece como cerrado, leer más allá de las palabras. Ese es el poema.

 *‘Habría de abrir’, Editorial Leviatán, Buenos Aires, 108 páginas, septiembre 2023.

 


Sueños de Goya/pesadillas del Goyo

 Jorge Etcheverry

Fue en esos tiempos de las visitantes, esas mujeres chicas que el mismo Goyo decía habían aparecido de repente y que no se sabía si eran extraterrestres o ya estaban entre nosotros desde tiempos ancestrales, pero que sí tenían un enorme e imprecisable poder del que muy pocos eran conscientes. Eso decía antes de que empezara a tomar la pastilla. En una de esas sesiones y controles médicos a que yo también asistía por una condición temporal fue donde conocí al Goyo, un artista latinoamericano llegado hacía algunos años que se había obsesionado con cierto tipo de arte, el de Ensor, Bresdan, Redon, Bosh, Brueghel, las ciudades perplejas de Piranesi, las tiras cómicas de Druillet (que fue el que hizo el póster de Quest for FIRE, cuyo estreno tuve la suerte de ver en París hace bastantes años), Gigier, que concibió el Alien de la película homónima, pero sobre todo con los sueños de Goya, claro que esta obsesión era parte central de su cuadro clínico (así se dice). A veces tenía pesadillas de las que se despertaba gritando y bañado en sudor. Otra veces no podía dormir nada, y se pasaba la noche haciendo dibujos y pintando, con bastante talento, pinturas inquietantes, una de las cuales me regaló, bastante impresionante, pero que en ese entonces yo ponía dada vuelta contra la pared. Ahora ya no me afecta tanto.

Por supuesto que no tuvo éxito en sus intentos de conseguir plata con los organismos de financiamiento de las artes que no voy a nombrar, ya que alguna vez espero que me suelten algunos morlacos por estos textos que gentilmente me publica en esta página mi amigo Jorge, él mismo un poco aficionado a la plástica. Pero sus frecuentes solicitudes, así como sus diligencias para una exposición se topaban con las limitaciones de lo que en estas latitudes se considera como arte, pocas y claras ideas centrales que no confundan y que puedan ser agarradas al vuelo por cualquier espectador ocasional (un poco lo que llaman ‘arte conceptual’), buenos materiales, caros, una ejecución limpia, con colores si se puede brillantes. El Goyo concedía, eso sí, que se estaba produciendo una revolución de las artes decorativas en Canadá. Entonces, ya más tranquilo se instaló un blog donde pone sus cosas, con bastante éxito en otros países, aunque no le reporte platas. Y así ahora que puede tomarse una que otra vez su cerveza se viene a veces a este restaurancito con otros miembros de esa fauna a quienes les digo que siempre pregunten por mí cuando llegue, aunque ya me hayan visto, para que me sigan aceptando con la premisa de que les llevo clientes.

Así es el Goyo como llega a veces con la Guagua que ahora ya no trabaja de estriptisera sino que en un restaurante de Hull bastante bueno, donde es la única parte de la ciudad donde he podido comer un filet mignon de cheval y donde ella dice que hace más plata en propinas de lo que sacaba empelotándose. Y junto con ellos viene también un escritor, poeta, prosista, crítico, cronista, que ha incursionado en el cine, la traducción, la enseñanza, la plástica, la edición y la política, multifacético personaje al que le dicen “el mosca”, por que las moscas tienen ojos multifacetados y que el otro día nos trataba de explicar la antipoesía, que según él se trataba básicamente de una cosa de contexto y salió con este ejemplo. El dicho tan común “ni corto ni perezoso” es bastante universal en la lengua castellana. Pero si le ponemos un título ‘x’ va a cambiar, se va a “recontextualizar” como decía él, en otro cosa totalmente diferente, a saber:

El miembro ideal

Ni corto
Ni perezoso


Y lo pongo a manera de ejemplo, aunque pueda ofender, aprovechándome quizás de los últimos momentos de libertad de la internet, que el director de esta página dice que tiene los días contados. Se dice que este poema ya había sido difundido, y con bastante interés, por los miembros del taller Filorte, que se autodefine en su mandato como “una organización cultural de base de afirmación genérica masculina” y que pretende defender a sus miembros del --para ellos-- opresivo feminismo en Norteamérica. Bueno. Sin comentarios. Y me olvidaba de decirles que el poema que sirve de epígrafe a esta nota también es del mosca.

 

Wednesday, April 10, 2024

Comentario sobre las claves del Necronomicón

 
Arturo Méndez Roca 

Lo cierto es que el Necronomicón es un texto científico (de alguna manera) entre otras cosas, y bastante difícil de leer, al menos en parte, ya que en parte está cifrado, aunque no se trate de un código tan complejo como el del manuscrito Voynich, que ha desafiado por más de un siglo los intentos de los descifradores humanos y computacionales. El Necronomicón es en parte una cosmogonía (el texto de la izquierda), con las figuras retóricas y apoyaturas rítmico vocálicas aliterativas y onomatopéyicas típicas de los textos aprendidos de memoria para ser declamados ante audiencias colectivas, lo que demuestra que alguna vez esa mitología o cosmogonía fue parte del acerbo cultural de una colectividad. Después viene el texto del centro, en código, y a la derecha viene algo que a falta de mejor nombre propondría denominar álgebra del espíritu, o álgebra cultural, lo que no es de extrañar por el papel de los árabes en el desarrollo de las matemáticas, el álgebra y la geometría. Para dar una idea, en el medio de una ecuación que se semeja a un algoritmo, se llega a una fórmula que sería, en traducción (bastante) libre del inglés (que a su vez es traducción del árabe moderno que es la versión que manejó el pobre Yusuf Nehme y que vertió al inglés), sería la ‘Fórmula de Dios’:

D = R = M+M

Es decir Dios igual Religión igual Mediación Moral,

Que más o menos implicaría que la figura de Dios (cualquier dios) vehiculiza una religión (una religión n) que implica a la vez la existencia de una moral y la necesidad de una mediación para operatividad de esa moral. Me explico. En términos cristianos o musulmanes, primero está la acepción de Cristo o Mahoma por el creyente y luego vienen normas, decálogos, disciplinas y una moral. En general, esta moral no está inmediata o directamente en el por así decir ‘horizonte de expectativas’ del creyente—como podría estar por ejemplo para un Sócrates—, sino mediada por la aceptación previa del Dios. Así, el arbusto incombustible que es Dios le pasa a Moisés un decálogo, pero podría haber sido otra cosa, con otros principios. Lo que lo valida es no su valor ético de por sí, sino el hecho que Dios lo origina u ordena. De ahí se desprende el interesante problema para el filósofo o el estudiante de la Naturaleza Humana de si es posible que el Ser Humano pueda mayoritariamente adoptar una ética o moral, cualesquiera, que no esté mediada (prestigiada) por una divinidad o su versión laica.



Tuesday, April 9, 2024

Qué pasó con los pájaros

 

Jorge Etcheverry Arcaya 

Qué pasó con los pájaros, que ya no volamos sino bajo, bajito, pegados casi a los tejados, ni siquiera de las puntas diamantinas de los rascacielos esos, nuevos, relativamente Sino más bien a la altura de las casas a lo más de dos pisos, o tres, más o menos de nuestro tiempo, de nuestros barrios en los que nacimos O de estos otros barrios que nos hemos encontrado por aquí, por allá, en otras tierras ahora nuestras. Abramos o cerremos las persianas para marcar el inicio, el fin de los días, el mundo se despliega afuera más o menos de la misma manera y es lo más probable que así siga. Lancemos esos otros pájaros más chicos a la vida, nuestras variadas progenies Vedlos ahora volar, es su turno de darse unas vueltas, con más o menos acierto o suerte. Unos como gorriones, pardogrises y apresurados, otros los menos, como águilas y halcones, por allá arriba, ya casi no los vemos.


Monday, April 1, 2024

La ciudad verde

 Jorge Etcheverry Arcaya

Y entonces habló de sus sueños de loco, que le dicen, creía imaginar vastas ciudades casi piranesianas de torres altas y cristalinas, pero que no engañaban a los pájaros que entonces no iban a estrellarse en bandadas contra esos falsos cielos. Puentes techados o no habrían de comunicar entre si las estructuras más altas, que se  verían reproducidas en las profundidades subterráneas por miríadas de túneles y bóvedas. Vastas terrazas ondearían árboles ostentarían sembrados praderas de hongos  cardúmenes que se extenderían bajo la tierra. Entre los bloques de edificios veríamos parques corrales aviarios terrenos sembrados. La luz del sol se reproduciría mediante espejos, su energía la albergarían y multiplicarían innumerables paneles. Eso me dijo, y pensé que ese tono arcaico y profético colocaba al manifiesto—si alguna vez le daba esa forma a sus ideas—más  bien entre esas tantas expresiones religiosas y proféticas manidas, y que quienes diseñan o conciben de hecho las políticas no lo iban a tomar en serio. Pero me dijo también “Mira, te voy a seguir mandando por interno cosas sobre la Ciudad Verde”.



 

La poesía de Claudia Ainchil

  Luis Benítez   La poeta, escritora y periodista argentina Claudia Ainchil nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  Libros de poesía p...