Tuesday, February 25, 2025
Piñones/Zarabia, los sesenta y ahora
Jorge Etcheverry
Nota publicada hace ya tiempo a raíz de la aparición del libro "Bellas y orates", de 2001
Hace
unas semanas el poeta chileno de Chile José Ángel Cuevas me mandó un correo
electrónico manifestando su intención de hacer una antología del 68. Este
proyecto se legitima solo, ya que viene de uno de los más genuinos y
reconocidos poetas de nuestra generación, que ha rescatado explícitamente en su
obra los 60 marginales y políticos de las barricadas, las tomas de facultades,
los avatares de los estudiantes en las calles, las fuentes de soda, los
diversos campuses (y los bares), las concentraciones etc.
Sin
embargo ése no fue un período homogéneo. Estaban las agrupaciones y tendencias
poético programáticas más establecidas, favorecidas en general por los círculos
académicos y críticos especializados. Sin mayores sorpresas, fueron objeto de
la crítica oficial académica y política y coincidían en términos generales con
lo que hacían los poetas de los sesenta en otros países de Latinoamérica. Eran
una excepción Gonzalo Millán, Manuel Silvacevedo, y alguna otra valiosa figura
anfibológica cuya producción se equilibraba entre los anteriores y la de
agrupaciones de menor difusión, a cuyo reconocimiento llamó Gonzalo Millán en
un memorable artículo de la revista Postdata de 1984, Promociones poéticas
emergentes: El espíritu del valle.
Junto a
los grupos que algunos críticos denominaron ‘históricos’, Trilce, Arúspice,
Tebaida, había otros, cuya mención según algunos estudiosos constituía hasta
hace algunos años mera ‘arqueología’. Se trataba de la tribu No, el Grupo
América y la Escuela de Santiago, que destacaron por su afán experimental, de
rebeldía y de claro proselitismo político en el caso del Grupo América. Lo que
caracterizó a la Escuela de Santiago, a que perteneció Julio Piñones, entonces
bajo su alter ego Carlos Zarabia, fue situarse a contrapelo de las voces más
aceptadas y convencionales de su generación, acoger la herencia vanguardista y
surrealista chilena, latinoamericana y europea que muchos contemporáneos
rechazaban y tratar de alguna manera de producir un lenguaje poético urbano,
cosa tampoco muy popular en esos tiempos, en que junto con un retorno a una
expresión más condensada y decantada, muchos trataban de afianzar las
preponderancia del habla y estilo poético de las provincias, sobre todo del
‘Sur’, en una empresa poético-programático-regional que ya es una
característica de la poesía chilena.
Pero al
interior de esta agrupación no había homogeneidad. Al tener que redactar los
manifiestos de la Escuela de Santiago para la antología 33 nombres claves de la
actual poesía chilena, de la revista Orfeo (1968),– recibida negativamente y
acusada de ser fruto de una ‘toma’ de la revista por la Escuela de Santiago–,
la única opción fue la de redactar cuatro manifiestos distintos, uno por cada
uno de los cuatro miembros más estables del grupo (Zarabia, Nómez, Martínez y
el autor de esta nota). Como Julio Piñones expresa en una entrevista con
Soledad Bianchi, en La Memoria, modelo para armar (1995), el ensayo histórico
literario más serio sobre los 60, “y yo le dije a los otros que no había
posibilidad de escuela, por que este término significa una didáctica y supone
discípulos, maestros...una cierta homogeneidad, un estilo, que tampoco hubo, si
cada uno hacía lo que quería”, y “nadie fue capaz de suscribir lo que decía el
otro”. Pero pese a la supuesta ausencia de maestros, el mismo Piñones señala
las preferencias, que no influencias, de Zarabia: Rosamel del Valle, Neruda,
Kafka, “yo dormía con el Bretón debajo de la almohada”, nos afirma Piñones en
el libro de Bianchi ya citado. Reconoce que “mi esfuerzo inicial ...estuvo
ligado al surrealismo francés”. Su primer libro Andadura (1982), además de
elementos textuales y discursivos variados, lo que en general ha sido una
constante en la poesía del autor, ostentaba trazas de antipoesía. Aunque el
autor condena ciertas actitudes ético políticas de Nicanor Parra, usó elementos
antipoéticos en la configuración del distanciamiento específico de su
escritura.
La
ciudad mágica, la ciudad-América, con visos de videncia se deja trasparentar en
el manifiesto a la Escuela de Santiago de Carlos Zarabia (Orfeo, 1968) “...pues
las predicciones urbanas astrales están delante de nuestra voz con los signos
fijos es la fijeza oscilante de nuestra voz, y esta voluntad de ser del mundo
que nace y espejea al golpe de nuestros ojos, conserva al fondo de sí mismo muy
tersa nuestra esperanza, rugosa brillante perla, llegada y triste y alegre de
su sangre licor astral urbano”. Piñones, entonces Carlos Zarabia es el más
riguroso en términos de sus afiliaciones, surrealistas chilenos, nadaístas
colombianos. En el manifiesto señalado citaba profusamente a Arango, que habla
en esa cita de “...libre creación de belleza..honda responsabilidad en el
oficio...una poesía insumisa, tierna, carnal, subversiva, transida de la buena
historia que soñamos, de honda y cegadora belleza y sólo comprometida con la
totalidad humana...total independencia de creación...ni creación dirigida...ni
servilismo ni abnegación”. Por esos años, un libro en que su experimentalismo
lingüístico poético llegaba a un máximo, le valió a Zarabia el premio Gabriela
Mistral. Ese libro permaneció inédito, no sé si incorporaba parte de la
selección de sus poemas que apareció en la ya mencionada antología de Orfeo. El
siguiente poema de esa compilación, con visos metaliterarios, y rasgos
caligramáticos e incluso programáticos, es una buena muestra de su poesía de
entonces:
Desde
entonces
enteramente culpables y atrapados
en la oleaginosa red
de cierto elemento
la tibieza de la escritura
fermentada a cierto elemento es bella
y acariciante como la pálida mujer que resplandece
bañada y ahogada y cálida en su propia sal y piel y sangre
enteramente culpables y atrapados permanecemos
con los oídos atestados de sonoros insectos labiales qué tibia
la planta negra enredada anegada al cuello
que yace atrapados aún tan tibios trazando una escritura de tumbos y
acantilados ciénagas ojo adentro desde
entonces enteramente
culpables y atrapados
en la oleaginosa red
de cierto fermentado elemento
Luego
Piñones cambió de estilo, con el ya mencionado Andadura, hacia una poesía que
si bien sigue conteniendo una gran cantidad de mediación, incorpora elementos
coloquiales, antipoéticos y se hace en gran medida intertextual, mediante la
incorporación incluso de elementos en otros idiomas, elementos que diversa manera
aparecen en adelante en su producción: en el libro Pecados cordiales, de 1994,
que sigue a Poemares, de 1991, podemos leer el poema:
Trexilingüismo
“Love´s feeling is more soft and sensible
Than are the tender horns of cockled snail”
En clases, ¿recuerdas?
Fenêtre,
Song,
Yotarzán.
Cheveux,
Ou chevaux,
Or: apple, que confundías
Con people, cuando chica.
Yo,
Trazan,
A Leoparda,
Repetir:
Con Yein, sólo
Yo luchar.
Now:
"I love you,
I love you, per sempre, for ever...",
Cantabas.
Forget it, little darling,
darling-darling,
Tan ling que eras, que tanto
Darli y darii,
Todo se fue a la cresta.
*”La
susceptibilidad del amor es más blanda y sensible
Que los tiernos cachos de los caracoles”.
En su
último libro, Bellas y orates, la tensión para mí básica presente en la poesía
del autor, entre la mediación/distanciamiento artísticos y la intención lírica
tiende a resolverse un poco más hacia el lado de la expresión. En este hablante
existe un atesoramiento de la humanidad herida y existencial,
colectiva-política y personal, y a la vez una suerte de vergüenza íntima,
proveniente quizás del reconocimiento del carácter único de la experiencia y de
reluctancia a hacerla circular en un lenguaje que se presta al ‘afán de
novedades’ o a las ‘habladurías’ de que hablaba Heidegger. Los elementos de
esta orfebrería poética forman una especie de capullo o crisálida que oculta
casi la expresión lírica, pero la hace a la vez de alguna manera patente en la
coquetería ontológica de este semiocultamiento, en este objeto diseñado para la
atención y lectura minuciosa, quizás para otros poetas. Pero quizás sea ésta la
alternativa no de toda poesía, sino de toda expresión distanciada, mediada o
artística. Este libro, aún preñado de ínter texto, citas y alusiones, cuyos
poemas tendientes a la concisión muestran “ un fino trabajo, casi habría que
decir de orfebrería”, representa un momento de claridad poética, del hallazgo
de una cierta diríamos serenidad de la mirada, en que se hace un sutil ajuste
de cuentas con la historia y con uno mismo,
Indicios
Qué digo sino que la amé tanto:
en la misma medida inversamente proporcional
al misérrimo sobre azul que hoy recibo
por los servicios prestados a su matria
sin que su majestad pueda acusarme
de haberla ilusionado
con pasiones y peripecias
tipo Príncipe Valiente
pues -según reza la crónica- hacía rato
que ella era adicta
a tales teleseries
Y
pareciera que en esta búsqueda de equilibrio o pugna, el elemento formal
mediador, distanciador, lo ‘significante’, se encontrara a menor distancia del
significado, de lo re-presentado, manteniendo su presencia indicial y
connotativa sólo lo suficiente para atrapar la mirada del lector, como en este
poema
En
alguna clase de submarino amarillo
We are living in a yellow submarine
(The Beatles)
Atravesamos el desierto de Atacama
embarcados en el submarino amarillo
de nuestros sueños recorriendo
inmensidades rodando
con la secreta fuerza deste delirio
inventado por un dios transparente
como alma de recién nacido
que abre sus ojos a la existencia
para vivir sus días y noches
como todos nosotros
en alguna clase
de submarino amarillo
Julio
Piñones nos anuncia su quinto libro y acaba de ser publicado en una antología
de tres poetas de los sesenta. Con una vasta carrera académica y docente sobre
todo en el Norte del país, este poeta tan fiel a sí mismo es un ejemplo de esa
intransigencia creadora que tan rara es en nuestros días.
video
Jorge Etcheverry
El joven, todavía, si se lo compara con uno, me mostró el video de las Pretty reckless en que la artista se baja a los berros con niñas que se suben de la platea pero que tienen que sacarse la ropa del torso y quedarse con los puros sostenes, entusiasmado me dijo que lo había alegrado saber que sus primas eran las dos lesbianas, pese a ser hijas de un coronel de ejército
Wednesday, February 19, 2025
Autocrítica
Jorge Etcheverry
Estoy de vuelta a mi mesa en ese café. Reconozco que
mi investigación sobre las visitantes extraterrestres o clonas que viven entre
nosotros, había brotado de un impulso que tendí a seguir sin mayor reflexión. Tiendo
a ver a las mujeres como una madre, una compañera, un sueño inalcanzable, pero
también como un enemigo potencial, un conspirador, un testigo que calla y
observa, que planea su revancha por milenios de esclavitud. Esto sigue estando
presente y no solo en mí, no es muy consciente, y creo que viene de la
superioridad fisiológica de la mujer — nada hay comparable a nivel del macho al
alumbramiento, a ese ser por unos meses es una fábrica de vida—de ahí que suela
ser inconcebible para los hombres, y que muchos, y algunas vastas religiones de
oriente y occidente la vean como amenazante. Existe una convicción no confesada
en todas las culturas de que hay una necesidad absoluta de la mujer para poder
reproducirse, trascender en la historia y en el tiempo, replicar el material
genético. De ahí los cientos y miles de brujas quemadas y torturadas, el
control de la mujer y su subordinación en las tres religiones así llamadas Del
Libro, que reconocen a la Biblia como inspiración fundamental. Sigamos. Las
incontables niñas recién nacidas con el cráneo roto o dejadas morir de
inanición en la China, que en realidad nunca fue purificada por el fuego
comunista, y en la India, esos gigantes económicos que se aprestan a aportar su
cuota de avance hacia el Apocalipsis ya bastante adelantado por los
protestantes anglosajones mediante sus esquizofrénicas empresas económicas y
políticas. Cuando las instancias fundamentalistas no occidentales también
aportan con su granito de arena. Pero se trata de autocrítica y no de instalar
el ventilador. Me pego en el pecho ante el desconcierto de los otros
parroquianos que me miran con el rabillo del ojo y carraspean, y el recelo del
administrador y los mozos del café que empiezan a rondarme como buitres
revoloteando en torno a la carroña
Tuesday, February 18, 2025
Thursday, February 13, 2025
Comunicado de STASIS
Stasis
Tuesday, February 11, 2025
El ombligo oblongo
ROLANDO REVAGLIATTI
Foto de Flavia Revagliatti1
Alma,
si tanto me has querido,
por qué no dejaste que también tu cuerpo
me quisiera,
de vez en cuando,
una vez por mes.
2
3
4
5
b) Desafilo los cuchillos que
sostienen mi carne.
c) Contrapunteo con cuerdas
idiotas.
d) (...)
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9
prendí la
luz del corredor, el ascensor estaba en el piso,
bajé, llegué
a la esquina,
allí me puse
una pastilla en la boca, recolectaban la basura,
crucé,
doblé, mi casa es cerca, seguiría durmiendo, ahora yo dormiría,
no sabía que
me miraría en el espejo largo del placar, que me desvestiría frente a mí, que
el striptease melancólico me remataría y me daría el hachazo terminal, el
colofón,
y me
pal-pal-paría,
y un café
con la desnuda,
y ahora sí.
10
Ahora, hoy,
acá, en este bar, me ocupo de mis cosas; desacrosantado me atengo, bajado de la
rama, basto, limoso. Bar al que yo concurría con aquella en la que estoy
pensando. ¿Y con cuántas otras asimiladas a un paisaje borroso?
Aquella en
la que estoy pensando. Aquella en la que estoy pensando no alcanzó tanta
historia en este bar; los mozos no la reconocían, yo estaba cansado de vivir,
ella de trabajar, pero no es eso. Acaso porque es la más reciente acá (Paraguay
y Suipacha). La más reciente adentro de mi bar, adentro de mi cuerpo, adentro
de mis nervios; planamente, calcáreamente la evoco, sin gracia, sin
calificarla. Es verdad: también camina o mira una vidriera o guía un automóvil;
también algo como ella lo hace. Indefectiblemente alguien no es ella (aquella).
También aspiro a que cruce por mi aliento o esquina; a que me llame, me espere,
me contemple. Buenos Aires sabía mucho de ella. Digo sabía cuando sabía
conmigo. Digo que surja la que estoy pensando. Aquellamente invariable que
varió. Maniobró hacia el ozono, depuso la credulidad, desfascinada por un
espejito corvo no se sobrepuso, me avisó que no podría con ella. Con. Ella.
11
Sí, se ve
que sabe, que se regocija. Sí, sabe. Se huele que sospecha. La madre lo crió
así. Lo hizo educado y ubicado. Carmen, esa putita desganada, lo extraviaba de
su entorno de empanadas de dulce, lo torcía. Hice esa lectura —“Upa”— hace mucho. Lo encarajinó al
bicho con ayuda de sus manos. No ciegas, no. Sí, de sus manos. Si no hubiera
sido por esos dedos suyos procaces, tan de estar sobre todo lo inestable. Sí,
lo vi claro. Lo tuve claro cuando la mamatreto
se ocupó de las fórmulas, de los requisitos: “La hago aquí depositaria...”,
“Señorita, aquí la hago depositaria...”, “Aquí la hago depositaria,
señorita...” Me extendió a su hijo correctamente. Yo... austeramente parpadeé
una vez. Sabía que Carmen, ésa, espiaba. La mamatreto dijo... Él dijo... Yo
dije: sobran las traslaciones (si simplemente nos queremos). Usted me lo cuida,
se adivinaba. Yo estoy acá, ¿eh?, la otra. Y bueno, hay que sacar la cara,
poner la cara, exponer la cara para recibir al sol y a la luna, para que la
intemperie y el encierro se regocijen como él, mi melocotón, yo voy a ser más
sabrosa que Carmen, más sensitiva, me decía, que ésa, argüía, que esa insulsa,
pero... ¡Mi Dios!, nunca podré aprender a
ser tan insulsa, tan... No, yo soy otra, hay que buscarme, tengo mis
valores, y sin embargo nos queremos.
12
Frase: “Tu
Maternidad Cabalga Sobre la Montura de la Muerte”. (Además, los chicos sólo
ponen a los chicos en foco.) Te reís con toda la cara, intervenís por completo,
como cuando me gusta andar por allí,
completamente. Entra Tal, entra Cual. Cual: virgen y atómico. Los chicos
horadan desde su estatura. Mi amor: de los yiros que te conté, una estaba
embarazada, muy embarazada. Me disputaban ella y otra. Ganaron las dos. Los
tres asistimos al alumbramiento. En esa misma cama de cuerpos encaramados,
encaramuzados, cadena pestífera, se abrió de un respingo la enchastrada; fuimos
cuatro parientes atónitos, casados al parir, hervidos y arrasados. No las besé
más. Ni recibí caricias ni sepulté el sabor terrible de esos huesos en mi melancolic. Hui como un hombre. Pagué
más, pagué otra vez. Ellas...: las irrestituibles. Sin golondros...,
mortecinas, omisas. (Golondro: familiarmente deseo, capricho.) Entra Tal, entra
Cual, sin decidir no entrar otros no entran. Aplauden, alardean. Me alarmo
porque siempre me alarmo. Pensamos vos y yo cómo se llamarían nuestros hijos,
sentimos que serían muy nuestros. Hoy, que no te puedo ver así, no me puedo ver
así. De nuestra combinatoria todo lo soñamos: color de ojos del primero,
cabello del segundo, la tercera parecida a quién no y etcéteras en un jardín en
una fotografía. Empalme rápido con que estuve celoso del aire que respirarías,
el enrarecimiento de fragancia obscena por el que te dejarías anidar, la otra
que serías si por mí no fueras, cuan beligerante con otro macho gacho, somera con
un hortera, atorranta con un lavativa, sensual con uno lindo triste, más plena
que conmigo con un amigo. Se cortó la leche, la buena y la mala. Yo estaba
embretado otra vez con la clepsidra. Una piojosa que se paró en medio de la
calle (y llovía) subió al coche, dijo que se llamaba, que no era rica, que le
agradaban las medias finas, que... ¿le permitiría posar su lascivia sobre mí?,
que con denuedo dejaría que lo hiciera, espeté; las mamas truculentas y el
infame al palo bochornoso; desnuda era peor, vos sos divino, divino, con una
como ésa te querrán muchas. Hagamos otra bacanal y gratis, propuso la
grasienta, yo antes me la corto, y chupo todavía estalagmitas, una tras otra
las yirantas, y chupo todavía.
13
Estaba
flojita. Flojita y zumbona. Era un buen dolor. Un dolor bueno. A vos te gustaba
mi dolor. Un dolor precioso. Miraba
para atrás... y sí...: yo era otra. Un riíto a los pies de la montaña, un rulo
en mi frente. Empezaba a ser mía de la mejor manera. Te posesionaste de mi
cintura, me quebraste y me soldaste, y más, me tiraste lejos toda, me
desparramaste, y ahí supe o entreví cuánto era, y cuánto quería constatar
cuánto era; y claro, ingenuamente... Te me tirabas, me besabas, había mucho
tiempo, me descompaginabas. Quizá olvidé que era mi primera vez, que alguien violovió mis sueños (...), con lágrimas,
con légamo, con no certeza, con no consigo (...), sin mí.
14
La gente se
consuela en plena calle. Se frota. Se mima. Y hunden sus narices en solapas y
pechos. Y tragan prendedores, botones, mastican amuletos, auscultan, y en plena
calle se abrazan, se lamen las orejas. ¿Qué sé yo de algo?... Hicimos la
calamidad.
15
Dime quién eres y te diré quién eres. Yo te creo, amor, yo confío
en ti. Sé que ha de ser un duro reaprendizaje, que la descastada vacila, que en
tu molinillo muelo mi fe, que sólo por guitarra canto, recambio y no muelo
nada, y me cobijo, te doy a desconocer entre mis piernas, no quiero vacilar,
quién sos, a vos no te conozco, hablá, hablá, disquemos, bailemos este vals,
disquemos y por donde sea... ¡perimir la Muuuueeerrrte todavía!...
16
Único en el Mundo
Las minas que me vienen de
otros tipos
tienen que hacer
al fin
se van
a horario
me vienen de las madres
me vienen de los hijos
de la hermana mayor
de “la muchacha”
guay de arrogarme un derecho
que no tengo
guay de salpicarme con gotas
de otras lluvias
las mías las produzco cuando
quiero
(...)
en su cielo como trepidaciones
como rayos como huevos
como perforaciones
guay de creer que güay
guay de
pensar que yo
soy
Fernet
Branca.
17
Sudé mucho y
lloré. Mi viudez, aunque no suficientemente prematura, me embargaba. Me anudaba
y desanudaba. Empecé por entonces; en rigor: antes. In memoriam. “Sí, soy joven
como lo parezco.” Y ese velorio resfriado, ese velorio, y la enguantada
conglomeración y floreada hartura, cuánto
me siento, sonidos como niños de una flauta, la grupa de la potra, lo maté
de un tetazo primero, de un revés, borra y racha borracha, de un aplanamiento,
como una eutanasia, como una hipodérmica con polipropileno, ni atinó a refulgir
su campanilla de alarma, jamás abrió tan grande la boquita de su jeta ese
morfón, vos, que apenas me merodeabas te
entenebrecías, seguí de largo hasta el esófago, creo. No me opondría
resistencia nunca más. ¿Y a qué pariente azoté con una cala? Y fugué. Escaleras
abajo del estupor generalizado me percibí aérea y aguachenta, claro...: tanta
vigilancia... Y empezaban a radiarse, a ramificarse ¡¡las Hormonas de la
Libertad!! Patitas yo sé muy bien para qué las quiero, doblé varias veces
varias esquinas, atravesé una plaza, un desdentado gondolero me aligeró de
cierto escozor o rutilancia: y me tornó hojarasca: una viga italiana el gondolero.
El aire era el ahire, así se podía,
mujeresmente, yo, ¡qué agradecida! ¿Qué me estaba ocurriendo otra vez?
18
Fue el
lunes. Hace un montón: hoy es miércoles. Y la recuerdo con una pronunciada más
que alarmante —y tengo necesidades alarmantes de alarmarme— exactitud. (¿Y
cuándo tanto?... Sí, otras veces. ¿Pero... tanto?) (No me hago las preguntas
desvaídamente.) Ahí estaba yo: en el asiento de cinco, contra la ventanilla
opuesta a la puerta de salida, en el colectivo cincuenta y nueve, desde
Belgrano al centro. Y es verdad que desde que nos vimos la asolé con sobrio
regocijo. Despejé toda probable brizna,
de tal suerte que sólo la deletérea desesperación me granulaba. Ella y su
soltura (enloquecedora), de espaldas a las ventanillas de su lado (y del mío);
y así todo el tiempo (me pongo nervioso, quiero que ustedes carguen —háganlo,
por favor— nuestras firmes...): intenciones, examen, dejarse por el otro.
(Estoy copado, copadísimo, ustedes no saben... Sí, también el sol en la mañana
y la lluvia en la ventana; la rosa en su pecho, y sus brazos. Brazos. Ella era
—era, era— una mujer para apretar.) Y
el tipo a mi diestra se las picó y ella enseguidísima sorteó a una mujer y
estuvo junto a mí, leía “La Opinión” —los titulares—, se bajó en el obelisco
casi, y yo también, y la emprendió por Lavalle, y yo detrás, cruzamos la
avenida más ancha del mundo y no caminaba despacio. Se acercó a las puertas de
un cine para observar los afiches y aproximándome inquirí si uno podría
conocerla. Siguió caminando y yo detrás. Se acerca a otras puertas de otro
cine, la campaneo desde la vereda de enfrente y al darse vuelta me ve, pero no
durante sólo un instante, y esa mirada era de aquellas otras en el colectivo.
Desde luego, todo volvía a ser auspicioso, recíproco, se reenhebraba el collar.
Se mete en una galería comercial, yo detrás estimando desde dónde retornar, y
se detiene en una vidriera. Regresa hacia Lavalle, sale, retoma hacia el bajo y
yo detrás. Me acerco en el cruce con San Martín y digo algo así como que me
gustaría saber si tengo chance, y ni bola, ella sigue caminando, y me hinché y
furioso desaparecí y ¿qué carajo ahora el
estrangulado hago yo alarmarme?...
19
No sabía
chupar ni sabía meterse. Todo en él merecía quedarse afuera. Bien afuera que esté.
20
El ombligo
oblongo. O. Vista apaisada del ombligo. Té canalla. Varios invitados y ninguno.
Ejemplifón. Ejem solo. Casi era un chiste con él. Se hubieran, pocos, atrevido.
Mientras que a nada hubiésemos llegado. (La pobre se fue con su narcisismo
entre las piernas.) Desensatá tu pelo. Él resplandece con una sonrisa de
pajarera. Cuando esta flor se abra... ¿Por eso me cuesta?... Tan allá no puedo
con mi boca. Subida a los zapatos, sin dificultades. Las púberas pertrecheras
empiezan a probar sus caras de interesantes. (Va acunado.) (La ranura genial.)
Quejándote: “¡Qué esfuerzo, Dios mío, qué esfuerzo!” Y surge entonces
Saturday, February 8, 2025
Conversa con la poesía sobre la difusión virtual
JORGE ETCHEVERRY
Perfecto”, me dijo la Poesía la última vez que nos juntamos en el Starbucks de aquí cerca. Andaba con un abrigo gris de cuero con forro de piel blanca y unas medias negras gruesas que le hacen lucir las piernas, aunque ya estamos casi entrando en el invierno.
“Todo lo que sea difundir textos gratis, todo tipo de textos, un caleidoscopio, una galaxia de textos, no puro guttenbergiana, insertar flechas, nubes de flechas que oscurezcan el sol, hacer bombardeos virtuales de fragmentación y fósforo, napalmes de palabras sobre los centros y las barriadas, los pueblos y el campo, los mares, lagos, ríos, zonas costeras, teniendo como blanco las concentraciones masivas o los individuos aislados de esa majamama teórica de la totalidad de lectores posibles—lo que es un constructo, claro, Jorge, una de esas palabrejas que te gusta usar—y así, repetidamente, hasta que algunos puedan agarrar papa. Se trata de entregar medios, espacio, sobre todo para los autores sin pitutos, trenzas, clubes, logias, partidos, colegios profesionales, amiguetes, amigotes, los que son poco aptos para organizarse movidas, los que no invitan a huevear a los congresos, festivales—no pude resistirme usar ese garabato de ustedes allá abajo en Chile, Jorge..Hay que promover al real autor, la autora de verdad contra las fuerzas e instancias que quieren enajenar su trabajo: la industria editorial, el mercado del libro, la crítica de los medios que promueven en cada caso la venta de los frutos del país literarios”
y estaba levantando la voz y algunos parroquianos en su mayoría varones no podían dejar de mirar de reojo a esa joven tan bella que hablaba en ese idioma que no muchos identificaban como castellano—no español, porque en España se habla además otra sarta de idiomas. Además de que han de saber que ella una me vez me dijo,— no hace mucho y creo que por teléfono—que ahora ya casi no lee o habla en francés, que su idioma preferido es el castellano y con los otros idiomas ni a misa.
Monday, February 3, 2025
Monólogo del poeta viejo
Jorge EtcheverryNo me hueveeen
Chiquillas compañeras
A ustedes les estoy hablando
Historia y poesía
tentadoras pero inalcanzables
—aunque coquetas—
no solo para mí
Yo soy un chancho viejo
mijitas
no me tienten
ya no doy manteca
a lo mejor
cuando era joven
En unos años más me voy a morir
-“Cuéntate una nueva”
—Dijo El Otro—
“No te hagas la víctima”.
Los muchachos de la base
Jorge Etcheverry No había nada más que discutir. Felipe H sacaba entonces unas hojas escritas a máquina llenas de tachaduras y borrones y ...
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Luis Benítez La poeta, escritora y periodista argentina Claudia Ainchil nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Libros de poesía p...
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“Gramática del viento”, de Susana Slednew Por Luis Benítez El ya muy sólido catálogo del sello argentino Ediciones El Surí Porfiado ...
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Luis Benítez La destacada artista plástica argentina Adriana Gaspar responde, en esta entrevista, los interrogantes surgidos de su vasta ...