Antonio Ramón Gutiérrez
Leer este excelente libro de aforismos: “Del Franelero Popular”, de Rolando Revagliatti, escritor y poeta
argentino de una extensa y reconocida trayectoria literaria, es arribar de
repente en el viaje a un territorio en el cual imperan las palabras despojadas
de la gran humareda y el bullicio del lenguaje: “La letra con sangre/ atrae a las moscas”. Allí están en su trono,
en un tiempo y un espacio diferente, devenidas casi a nivel de la roca en una
dimensión escrita frente a lo real absoluto, ante lo imposible.
No son juegos de palabras, por cierto, sino el esfuerzo lúdico del poeta
por barrer la hojarasca, la infernal vorágine de este tiempo e ir hasta el
hueso en el intento de decir lo irreductible al mundo simbólico. Y realizar esa
travesía sin abandonar lo jocoso e inesperado, la sorpresa y lo inaudito, tarea
emprendida con humor y desde una posición de fecundo cinismo filosófico como
recurso válido: “A la madre de
todos los vicios/ la sirve regularmente el padre/ de todos los fornicios”.
Si bien por momentos puede aflorar en el lector lo inquietante o
inclusive el sinsentido de la existencia, nada de sombrío o de grave hay en
estas páginas en forma directa. Los aforismos del libro conllevan el humor ante
lo absurdo, la risa frente a la nada, la ironía como posible salvación por la
letra. En sus textos, que nos convocan y que interpelan al lenguaje, nos
introducimos en una geografía alucinada, en un punto nodal y fantasmático, en
la que las palabras están tensadas al extremo y puestas al nivel de la huella,
la marca, el trazo.
Lo contradictorio, la paradoja, la convivencia de los opuestos, lo
inesperado, cohabitan en los aforismos: “El
masoquismo hace estragos/ en un sinnúmero de sádicos”, “Nos queda como último recurso/ el curso de lo último que nos queda”.
Hay verdades que se desprenden de los aforismos que colindan con el
psicoanálisis y los conocimientos del autor sobre esa práctica y su teoría: “Mi saber que no tengo lugar/ me ocupa lugar”, “En el terreno de las hipótesis/ se cuecen habas”.
“Del Franelero Popular” señala, desde
su título, el gusto por los desplazamientos fonéticos, gramaticales, semánticos
del habla popular, donde los argentinismos, americanismos, galicismos,
italianismos, irrumpen para configurar un uso lingüístico de identidad
indiscutible: el habla rioplatense.
Aforismos que heredan la sonrisa irónica de Borges, García Lorca,
Antonio Machado, Pessoa, que, en su brevedad y precisión se dirigen a un
receptor capaz de escuchar, de decodificar un segundo sentido, un mensaje dicho
entre líneas.
El poeta afina su oído y escucha las olas del lenguaje, de la memoria
colectiva, de los dichos populares y con un guiño transmuta viejas sabidurías y
creencias al espacio de la ironía y el desencanto, siempre desde la ternura del
humor, como quería Oliverio Girondo.
Lo universal atraviesa este cuerpo textual que aborda las cuestiones de
la existencia, del ser, de la trascendencia, del saber, del tiempo, de la nada,
desde la sentencia y la contundencia de un mensaje claro y conciso, sin margen
de duda. “Del Franelero Popular”, transfiguración fonética de
“refranero”, es un compendio de dichos y ejemplos, como en la juglaresca
medieval, que apela a la recepción empática del mensaje, a ese acto de
cooperación comunicativa entre emisor y receptor que torna posible el
encuentro.
La lectura del refranero popular, explorado y transmutado en este
franelero, como le llama el autor, no deja de producir inicialmente en el
lector una sonrisa cómplice por el feliz encuentro con la significación (tal
como ocurre en el caso de la metáfora a causa de la aparición repentina del
nuevo sentido que se precipita), pero a continuación abre también una hendidura
por donde se filtra el hilo de una verdad que convoca a la necesaria cuota de
angustia propia del arte: “La voz
de la conciencia de los que apestan/ se oye con el olfato”. Es la explotación de la lengua
del refrán en todas sus posibilidades y sus derivaciones: “Si no puedes con tus enemigos/ únete a
ellos/ (si no te dan asco)”,
en un trabajo de figuras retóricas que acercan estos versos a la lógica barroca
y conceptista de Francisco de Quevedo.
Poesía lúdica y jocosa ante lo real. Luego de leer este magnífico libro,
casi que he llegado a pensar que la única poesía posible es el aforismo… o el
silencio.
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“Del Franelero Popular”,
Editorial Leviatán, Buenos Aires, junio 2025, 54 páginas, prólogo de Ricardo
Rojas Ayrala, ISBN 978-631-6681-08-9.
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MUESTRA
de Aforismos y Refranes reciclados:
El suicidio
reluce.
*
De rodillas y contrito
arribaré más bajito.
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Dícese del buey
lamiéndose solo:
¡qué bien lo hace!
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Se quiebra, pero no se dobla
ni obla
ni bla bla.
*
El que mucho aprieta y abarca
es un garca.
*
Ábrete al sésamo
Y al enebro.
*
No les pregunto a mis hijos cuántos son
sino
que vayan matándome.
*
Al fin se rompió
ese feo cántaro
de tanto a la fuente
ir.
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