“Todo lo que sale por la punta de la lengua son pensamientos en miniatura
Liliana
Aguilar responde ‘En cuestión: un
cuestionario’ de Rolando Revagliatti
Liliana Aguilar nació el 24 de septiembre de 1944 en la ciudad de San Juan, capital de la provincia homónima, la Argentina, radicándose en 1960 en la capital de la provincia de Mendoza. Desde 1966 reside en la ciudad capital de la provincia de Córdoba. Es médico-cirujana por la Universidad Nacional de Córdoba, y egresada de cursos de formación en Psiquiatría y Psicopatología. Dictó seminarios y presentó ponencias en diversas instituciones, y creó “La Casa de Liliana”, espacio destinado a Talleres para adultos y niños. Organizó muestras artísticas, condujo programas radiales, cuentos suyos fueron adaptados (y algunos, representados) para teatro infantil, etc. Fundó y dirigió las revistas “Entrega”, “El Taller”, “Boletín Mensual de la Sociedad Argentina de Escritores” y “La Polilla”. Colaboró, entre otras revistas y diarios, en “Texturas” de España, “Sr. Neón” de la ciudad de Buenos Aires, “Los Andes” de la ciudad de Mendoza. Obtuvo primeros premios y otras distinciones en su país y fue finalista en concursos efectuados en España. Integró los volúmenes colectivos “El libro de los naranjos” (y con el mismo título los numerados 2 y 3), “Cuenterío”, “Los jardines secretos” y las antologías “Cuentos”, “Cuentos de amor para niños de 8 a 10 años”, “Cuentos regionales argentinos – Zona Cuyo”, “Antología literaria sanjuanina. Siglo XX”, “Quince líneas” (Editorial Tusquets, Barcelona, España, 1997), “Antología del empedrado II”, “Leer la Argentina”, etc. Publicó los libros de lecturas pedagógicas “Mi corazón canta de alegría”, “Diario de un niño de la época”, “Diario bajo el colchón”; los libros de cuentos “Juanete con hombre no caza violines”, “Las aventuras urbanas del Sr. Guestos”, “Hombrecito de la botella”, “Hipoc y otros cuentos”, “Partes de guerra”, “Selección de textos. Antología personal”, “Sin mí”; los de ensayo e investigación “Cada cosa en su sitio”, “Aprendizaje y comunicación. Teoría y práctica de taller literario”, “El cuento breve y de cómo el espacio se fugó de la hoja” y los poemarios “De San Juan y otros poemas”, “Cantos y poesías”, “El Olimpo de Ludo”, “Clases de lenguaje”, “Ella, la del alba”, “Tratado y fallido” y “Poesía crónica” (volumen conformado por los poemarios inéditos del lapso 1975-2005 cuyos títulos son “Poemas de brasa y ceniza”, “El ángel de los fuegos”, “O hablemos del tiempo”, “Pasaje a Candelas”, “Historisquetas” y “Los días”).
1: ¿Cuál fue tu primer acto
de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
2: ¿Cómo
te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la
velocidad, con las contrariedades?
3: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”;
y “en este otro rincón”, por ejemplo,
William Faulkner y su “He oído hablar de
ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?
4: ¿De qué artistas te
atraen más sus avatares que la obra?
5: ¿Lemas,
chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar?
“No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti”, por ejemplo: ¿te imaginás un mundo en donde cada uno de nosotros siguiera este lema a rajatabla? Y sigo. “No hay mal que por bien no venga”; “Más vale malo conocido que bueno por conocer”; “La peor batalla es aquella que no se pelea”; “Haz el bien y no mires a quien” … y muchísimos más. Lo curioso es ver cómo se contradicen unos con otros, aunque todos aciertan en el momento justo.
6: ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente—
estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de
perplejidad?
Como no faltaba más, apareció
Gabriel García Márquez con su realismo mágico. Como verás, he vivido de la
fantaciencia y las ficciones desde siempre. He escrito cuentos realistas pero
mi corazón va por el lado de la realidad filtrada por la fantasía.
En artes plásticas soy una
especie de turista que dice me gusta
o no me gusta y pasa a la obra
siguiente.
En arquitectura, El Templo Expiatorio
de la Sagrada Familia, de Antoni Gaudí. Seguramente hay muchísimas ante las
cuales quedaría extasiada pero no las conozco.
He viajado más en libros que en tren o en avión.
En música adhiero con fervor a la
sexta y novena sinfonía de Beethoven y toda la obra musical de Juan Sebastian
Bach. Pero disfruto de cualquier ritmo al alcance de mi oído. La música es
maravillosa.
7: ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria
de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar?
8: ¿Qué te promueve la noción de
“posteridad”?
9: “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te
aplastan?
He hecho muchísimo para
compensarlo. Desde una Feria de Artes y Artesanías en la calle donde vivíamos;
comentarista radial; directora de revista literaria; talleres de creación para
niños en un local de la avenida Fuerza Aérea que llamé “Casa de Liliana”;
talleres ad honorem en escuelas primarias y secundarias de mi barrio y sus
alrededores; charlas pedagógicas; stand propio en la I y II Feria del Libro de
Córdoba; cursos de actualización en psicoanálisis y otros de teatro, cine, y en
el presente, talleres de creación literaria.
10: ¿Para
vos, “Un estilo perfecto es una
limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus
Barga? Y siguió: “…un estilo es una
manera y un amaneramiento”.
11: ¿Qué sucesos te producen mayor
indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te
hartan instantáneamente?
Me súper-indigna la
explotación infantil en cualquiera de sus formas y niveles.
En cuanto a tu tercera
pregunta, hasta acá, he tenido un alto umbral de paciencia para soportar
cuestiones básicamente insoportables: el menoscabo que se hace de la tarea
doméstica y de otros oficios en general, como si hubiéramos nacido sólo para
estar sentados del otro lado de un escritorio.
12: ¿Qué postal (o postales)
de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros?
LA: Un viaje con mis abuelos a San Rafael, Mendoza, en su flamante Ford ‘A’.
Atendiendo a mis cuatro años de auténtica y forzada soledad —mi casa era la única casa re-construida en varias manzanas a la redonda—, mis padres consintieron en dejarme viajar con ellos.
Después de varias horas llegamos a un parque con canteros llenos de margaritas en flor y niños. Decenas de niños. Los mayores se sentaron a tomar café negro en la cocina mientras cuchicheaban cuestiones de adultos, supongo, mientras yo miraba por la ventana a los chicos jugando a esconderse y encontrarse. Supuse que mi ausencia pasaría inadvertida y me escurrí por la puerta de salida con la intención de unirme al grupo. No tengo palabras para decir mi alegría entonces. Sentí que por fin mi pequeño mundo tenía sentido. ¿Diez? ¿Treinta minutos? A mí me pareció sólo un instante. El abuelo llamaba para el regreso.
Ese lugar fue uno de los tantos hogares-escuela levantados por la Fundación Eva Perón de aquella época. El ordenanza de la institución, era un español del mismo pueblo de mi abuelo, aunque no sé si ya eran amigos o la visita funcionaba de correo para enviar noticias suyas a otros familiares.
13: ¿En los universos de qué
artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras
elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como
personaje o de algún otro modo?
14: El
silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la
desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías
lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido?
La oscuridad me remite a la infancia, a esas noches en las que, junto a mi abuelo, escuchábamos el rumor del agua corriendo por las acequias. A veces era sólo mirar el cielo y nombrar estrellas. La paz.
Adoro las sorpresas, una lástima que hoy por hoy sean escasas y las más de las veces, de contenido lamentable.
Me invade la desolación cuando observo el énfasis de algunos adultos en desanimar
a las jóvenes generaciones. Por tiempos se dijo que hay que vivir el hoy; que
el pasado pasó y el futuro todavía no llega (ahora mismo, incluso, se les
repite cada diez minutos en una propaganda televisiva). ¿Podés pensar en una
perspectiva más desesperanzadora que esa? Para un joven es demoledor. No tiene
dónde pararse ni hacia dónde proyectar su actividad, sus estudios, su vida.
Fijate. ¡En un país en donde está todo por hacerse!
En cuanto al fervor, fue mi aliado siempre. Con fervor abracé la medicina,
luego la psiquiatría y el psicoanálisis mientras, al mismo tiempo, con enorme
pasión me dedicaba a escribir, al barrio, a mis vecinos, a mi familia, a mi
hogar. Por momentos sentí que los días tenían 25 horas y, aun así, siempre me
faltaba (y me falta) algo de tiempo para finalizar lo empezado.
15: ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la
mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías?
16: ¿Qué apreciaciones no
apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?...
LA: Los criterios cerrados a cualquier otra mirada. Los acepto como parte de la convivencia en sociedad, pero no los comparto.
Me gusta la diversidad; la libertad de ser, hacer, sentir y pensar. Adoro las estaciones climáticas porque me permiten cambiar de sentimientos, de ropa, de vivencias: sufro el invierno; renazco en primavera, me sumo en la tristeza del otoño y celebro el verano con la perfección de su madurez.
En cuanto al arte, prefiero la improvisación creativa a la perfección estudiada. Digo “improvisación” sin olvidar que, para escapar de las reglas, hay que conocerlas previamente.
17: ¿Viste que uno en ciertos casos quiere
a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas
que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”?
En cuanto a querer a quien no se valora… creo que nunca estuve en esa situación porque una persona puede no tener idea de quién fue Arthur Rimbaud o desentrañar fórmulas de alta ingeniería, pero sí cocinar un guiso a la española para el Nobel o fabricar bellísimas figuras con un pedazo de papel y ser absolutamente queribles por eso.
¿Si me perturba? Para nada. Tales situaciones me dicen que la vida es un prodigio de variables y yo participo de ellas.
18: ¿El mundo fue, es y será
una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en
su tango “Cambalache”?
19:
Por la fidelidad y entrega a una
causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos)
te asombran?
20: ¿Qué
te hace “reír a mandíbula batiente”?
21:
¿Cómo afrontás lo que sea que te
produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que
para vos constituya un ideal?
22: El
amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido
relacionando con esos tópicos?
Así también podría contestar sobre el amor. Sería maravilloso manifestarme como esas personas súper demostrativas que abrazan y besan y en todo momento exhiben su amor por esto, lo otro y lo de más allá: a mí me cuesta un montón, aunque por dentro me derrita como manteca cuando estoy en estado amoroso.
La contemplación es mi fuerte, hasta que debo neutralizarla con actividad muchas veces exagerada.
El dinero es necesario, pero hasta ahí. Lo justo, digamos.
Soy católica, bautizada. En algún momento descreí de la religión hasta que, como pasa con muchas personas, atravesé una dura enfermedad y empecé a rezar de vuelta. Pero ya no en la iglesia. Cuando quise retomar la fe en compañía, se había adoptado la modalidad cantada de la ceremonia religiosa. Bueno, terrible para mi propósito de estar con Dios. Me descuidaba un instante y mi imaginación partía por los confines musicales con sus variantes de ritmos y letras.
Prefiero estar con Él en mis momentos de mayor introspección.
Y en materia de política. Ay. Ni lo uno ni lo otro. O lo de acá y lo de allá. La famosa balanza. Pero también algunas escenas de la niñez.
Mi padre y su único hermano habían heredado una finca con parras y cuando había buena cosecha, se hacía reserva para otros momentos en donde —ya fuera por la pedrea, el viento Zonda, la falta de riego o el exceso de producción— daba más pérdida que ganancia. El problema ocurría cuando mi tío, peronista de la primera hora, le pedía a mi padre —de filiación radical— el dinero de esa reserva para la campaña electoral.
Demás está decir que mi tío fue finalmente vicegobernador de San Juan en tanto mi padre terminó siendo relevado de su cargo como director del Hospital Rawson por no liderar en la misma causa.
Viví demasiadas discusiones de tono elevado entre ellos. No, la política no me va.
23: ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”?
Hasta los dieciséis años me nutrí de las películas del Hollywood Dorado. Era lo que llegaba a San Juan.
A los diecisiete me radiqué en Mendoza para estudiar Medicina en la Universidad Nacional de Cuyo y allí, por primera vez en mi vida, vi televisión y por supuesto, otro tipo de material fílmico. También colaboró el hecho de asistir regularmente a proyecciones del cine-club universitario.
Mi formación en materia de cine es, creo, rara.
Según pasaron años y sucesos, mis elecciones han sido variopintas y depende del estado de ánimo más que de las cualidades intrínsecas del film.
Definitivamente no soporto nada tendiente a nivelar hacia abajo al ser humano.
24: ¿Qué calle, qué
recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu
adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?
En mi juventud, la calle Felipe Boero de barrio Los Naranjos, en la ciudad de Córdoba. A raíz de mi iniciativa para realizar una feria de artes y artesanías callejera, los vecinos entablamos una relación de amistad increíble. Veinte familias al unísono compartiendo cumpleaños, fiestas de fin de año, salidas de fin semana y vacaciones anuales. Sentíamos esa calle como el patio delantero de nuestra propia casa. Eran otras épocas, claro.
Después de aquella primera gran feria en la calle, años más tarde se sucedieron dos más pequeñas, a pedido expreso de los jóvenes que de niños habían podido disfrutar de las pintadas sobre el asfalto, orquesta sinfónica, teatro en la calle, artesanos en los jardines de nuestras casas. Durante mucho tiempo a la calle Felipe Boero se la conoció como “la calle pintada”.
25: ¿Cómo
reordenarías esta serie?: “La visión, el
bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el
sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el
desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar,
por ejemplo, una microficción.
Lado A: las valoraciones negativas o dolorosas: sacrificio, sufrimiento, muerte, desajuste.
Lado B: las valoraciones positivas: autenticidad, pensamiento, lengua, danza, ciudad, visión.
Lado C: las neutras: azar, miniaturas, ceremonia, bosque.
El micro: “Azar”
“Todo lo que sale por la punta de mi lengua son pensamientos en miniatura. Sería la razón por la que aparento un desajuste de la visión del mundo circundante: donde existen rascacielos de ciudad, veo montañas agujereadas como si fueran cuevas. Donde bosques, el sufrimiento del árbol que declina, anticipándose a la muerte.
No se crea que estos pensamientos en chiquito precisan de una ceremonia de alto sacrificio o loca autenticidad para manifestarse. No.
Cada vez que el azar pasa por la puerta de mi casa, lo tomo por sus alas y con él, vuelo.”
26:
“Donde
mueren las palabras” es el título de un film de 1946, dirigido por Hugo
Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?
Considero que el auge de ciertos postulados de lingüística ha influido en la pauperización del lenguaje actual, donde el objeto es lo que es, sin más significación que eso.
No sé si se comprende la raíz del problema. O quizás sí, pero es difícil revertirlo.
27: ¿Podés disfrutar de
obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas?
¿Pudiste en alguna época y ya no?
LA: Llegué a Córdoba en 1966 y viví en
pensión con otras siete jóvenes de distintas provincias, costumbres, ideas,
comportamientos y eso me pareció increíblemente maravilloso. Luego fue en la
Sociedad Argentina de Escritores, filial Córdoba —mi primera época de SADE—,
donde compartí ilusiones con personas de distintos órdenes, saberes y
procedencias.
Los domingos nos juntábamos en mi casa
jóvenes escritores y poetas para leer nuestras producciones. De allí surgió la
revista “El Taller”: Cuadernos Literarios que dirigí desde 1972 a 1974.
Comunistas, socialistas, peronistas, radical- intransigentes, radicales del
pueblo y demócrata-cristianos.
Viejos, adultos, jóvenes. Universitarios y no. Siempre los recuerdo como un
ejemplo de convivencia en democracia.
Hoy es difícil. No por tener ideas
distintas sino porque se ha producido una fractura en la comunicación desde su
elemento más sensible: el código. Si alguien habla desde las palabras y otros
desde la corporalidad…
28: ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción
(o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos
te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo
no cumple, sino que jamás alude a la promesa?
29: No concerniendo al área
de lo artístico, ¿a quiénes admirás?
30: ¿Tus pasiones te
pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo,
en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?
LA: En
otras épocas pudo haber sido, pero los años me han vuelto más moderada y cauta.
31: ¿Qué artistas
estimás que han sido alabados desmesuradamente?
LA: La propaganda hoy se encarga de venderte espejos de colores que comprás
con entusiasmo, pero siempre me llamó la atención las contratapas de los
libros: todo es genial; el libro el autor la crítica todo, son geniales. Todos,
todos son geniales. Lo más. El premio de aquí y de allá. Suena falso, por lo
menos a mí. O quizás uno entre muchos, pero en medio de la hojarasca no lo
descubrís.
También —oh, la balanza libriana— en más de una ocasión me he preguntado
si ese texto que yo desmerezco, no será la salvación de otro lector.
32: ¿Acordarías,
o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”,
tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky?
33: ¿El
amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo
vespertino, la noche plena o la madrugada?
34: ¿Qué dos o tres o cuatro
“reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las
artes nos propondrías?
No sé. Sigo creyendo en las valías individuales, en lo que cada quién hace todos los días para ser mejor en lo que sabe y puede.
35: Seas
o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?
*
Cuestionario respondido a
través del correo electrónico: en las ciudades de Córdoba y Buenos Aires,
distantes entre sí unos 700 kilómetros, Liliana Aguilar y Rolando Revagliatti.
http://www.revagliatti.com/990826.html
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