Jorge Etcheverry
“Bienaventurados los pobres
de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los
mansos, porque ellos poseerán la tierra”, junto con “Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”, y.
“Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos
es el reino de los cielos”.". Buena Cristo, claro que según el Mateo,
palabras que cada vez más y más provocan mis reflexiones, cuando salgo a la
calle después de escribir un rato, mandar mensajes electrónicos o preparar mis
clases de español, a caminar y estirar las piernas en medio de fríos de menos
30 a veces en invierno, o de estos calores atroces en verano, de 30 grados, que
con la humedad se sienten como cuarenta, dos años de pandemia y ahora en un
país que ha pasado en unos añitos de la ocupación de espacios públicos por la
izquierda a campamentos de camioneros manejados por la ultraderecha, nada raro
ya que estamos en la periferia del Monstruo. Los únicos que parecen felices son
los cuervos, que croan interminablemente marcando su territorio, expresando su
concupiscencia o simplemente con la cabeza vuelta hacia arriba, presintiendo
oscuramente ese fin que se avecina, la aniquilación de las especies animales y
vegetales, de la misma atmósfera, percibida seguramente por los caimanes en los
ríos lujuriantes bastante más al Sur de por aquí, en medio de las capas tóxicas
que genera la actividad extractiva y elaborativa del mono humano, sobre todo en
su versión desarrollada, ya no solo protestante y anglosajona como en los
buenos tiempos del monoimperialismo.
Lo que justifica esta diatriba no es Mateo,
V, 4-10, ésa es una pura referencia. Años de trabajo académico me gesticulan
desde el pasado imponiendo su reconocimiento. Lo que nos preocupa en esta
oportunidad es cómo los estrategas cristianos planeaban o implementaban la toma
y gestión del Imperio a través de la conversión de emperadores o postulantes
susceptibles, y de ser parias despreciados en el corazón de la cultura hebrea
pasaban a dispersar a sus ex connacionales por los cuatro puntos de la tierra,
haciéndoles pagar la negación de reconocimiento teológico inicial de su mesías
con milenios de pogroms y ghettos. La cita de Mateo ilustra la sutileza táctica
y estratégica de los revolucionarios y perseguidos que pasaron a controlar al
imperio más grande de su época (o de todas). Saltémonos algunos milenios y
saludemos por el contrario a esos lenines con sotana contemporáneos, esos papas
y curas en general, en varias zonas geográficas, que han sabido mantener ese
componente social en la agenda (piensen en los templarios, en las misiones de
Uruguay, en Camilo Torres, en varios curas chilenos).
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