Jorge Etcheverry Arcaya
vuelan las palomas ensangrentadas, chocan contra las azoteas. El sol modera su calor. Recoge sus rayos como con repugnancia
evitando tocar siquiera nuestros adoquines
una Gran Paz se finge y se desea desde los periódicos y los informativos, intenta apuntalarse con las bayonetas, dibujarse en los ojos fanáticos de las meznadas azules, verdes, grises
intenta ser sostenida por la atención alerta permanente de agentes siempre bien vestidos y afeitados o por el contrario
envueltos en harapos
identificables pese a todo, a través de cualquier disfraz y pelaje
es enarbolada ( esta Gran Paz)
desde todas las iglesias, por prelados que proyectan una sombra delgada y negra como la muerte
solos casi en sus altas naves semivacias
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