Jorge Etcheverry Arcaya
Las fotos no son ni buenas ni malas, comunes, lo que sale bien es lo que se ve del prado, el laguito y después las casas, la parte de atrás, que da al lago, con sus terrazas, más amplias que las fachadas que dan a la calle. No soy muy bueno para las descripciones espaciales, ni en este medio ni en el visual. Lo que he hecho respecto a lo último es tratar de desarrollar un estilo que me permita obviar estas dificultades. Estoy muy viejo para aprender técnicas de dibujo o pintura. Es obvio que ambas fotos corresponden al mismo paisaje, desde perspectivas relativamente diferentes, y la luz es distinta. He dicho “desde perspectivas relativamente diferentes”, porque asumo que lo que cambia es el objeto, en este caso ese paisaje, y el sujeto—el fotógrafo que toma la foto—sigue tal cual. Pero hay que imaginarse lo que pasaría si también cambiara el sujeto de esta acción. Entonces yo ya no estaría en la misma parte, no sería el mismo. Creo que esto pasa en algunas circunstancias, frente a algunos paisajes—en este caso se trata de escenarios tomados con cámara, no pinturas—las coordenadas totales, el contexto y el ámbito en que yo estoy como observador también cambia. Y pareciera que esto es lo que ha pasado en este caso. Dejo de enfocar la cámara, miro hacia los lados, hacia atrás. Me cuesta reconocer las calles y al fondo están esas montaña azules que no había antes.
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