Jorge Etcheverry
(Publicado en el N.28 de "La Ignorancia")
Uno podría decir que parece que el surrealismo
tiene de todo— se suelta la melena despliega su capa y se desplaza a lo largo y
ancho de las bibliotecas, historias literarias, academias y recibe las unciones
máximas mundiales de la institución literaria, la historia cultural—y ya no tan
solo en el Occidente
lo que pasa es que el indiscutible y diversamente
cartografiado mapa del inconsciente permitió que se desplegara a la luz pública
desde fines del siglo XIX y todo el XX esa entidad oculta pero determinante,
esa suerte de Ctulhu de la mente humana individual y colectiva y quizás no solo
de ella
se paseó y se pasea revestido ya sea del ropaje del
pansexualismo, del poder o se hace manifiesto en el elenco arquetípico de
actores que parece que dirigieran a la postre toda nuestra historia, nuestros
avatares personales—que en tanto encarnaciones o concretizaciones suyas le dan
a nuestros actos, nuestra existencia individual una mayor grandeza y
trascendencia
qué país o nación o tribu que escribe sus historia
o la transmite en forma oral, o se escudriña a sí mismo, no encontrará si se lo
propone a estos mismos arquetipos que en este mismo momento están moldeando su
mitología, la erección de sus efigies y murales, la trayectoria que inscriben
en su memoria y mente colectiva sus líderes pasados presentes—y quién te dice
futuros
los avatares de sus guerras, sus derrotas y
esclavitudes, sus culminaciones imperiales si las hubiera
Esas figuras apenas entrevistas esbozan sus actuaciones
y semblanzas en cada caso personal a nivel macro agregativo de miles de
millones de seres humanos
eso sin desmerecer esas otras dos esferas de la
actividad, concepción y creatividad/destructividad humanas y que entran de la
mano de Freud y Adler y que en la tarde salen a darse una vuelta festoneando a
Jung por esas calles crepusculares
“Bueno, mi amigo, parece que se me está alejando un
poco del tema. Por otro lado hay otras cosas y no se trata solo de esa pura
mecánica que se trasparenta o brota del inconsciente, o la mente in toto.
También tienen un gran papel respecto a este tema que nos preocupa el azar, la
juxtaposición, el encuentro casual ese de la máquina de coser y el paraguas en
una mesa de disección. Además que, mira, está toda esa disposición a abrirse a
lo posible o probable, pero también lo ignoto, lo casual, cosa que cualquiera
puede notar con un poquito de atención
no se limita a sumergirse en mares profundos, cazar
monstruos ignotos en las lavas de los volcanes de la mente. Más fructífera que
toda cosa programática o de manifiestos, que por otro lado no están nada de
mal, es esa conjunción de elementos lejanos e improbables, todo eso es a la
postre tan valioso como ese estado de fluidez, esa expectativa de la mutación
súbita a que acostumbra al ojo el surrealismo”
justificamos la expresión del vate americano, más
precisamente chileno, cuando llevado y quizás de alguna manera transformado por
la tormenta surreal que cruza el océano y llega un poco distorsionada y quizás
atenuada al otro continente
hace equivaler en un poema el asustar a un notario
con un lirio cortado o matar a una monja con un golpe de oreja
tomémoslo como ejemplo de este movimiento que como
vemos, obviamente abstrae o incluso elimina la distancia que separa y opone a
las distintas categorías ónticas y axiológicas
ese es el privilegio del poeta—no de ahora,
parece—no de todos, pero posible en el territorio alternativo de la poesía
que se agranda ensancha y profundiza desde el
surrealismo y se puebla de todo tipo de creaturas anfibológicas mixtas
o de carácter y apariencia incierta
pájaros innominados que se despliegan sobre vastas
ciudades
sirenas que cantan pero que no se dejan ver
astros de variadas formas y luminosidad diversa
que hacen madurar en extrañas habitaciones la fauna
de la Carrington
y literalizan en el lienzo daliano un chest of
drawers.
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