Friday, January 29, 2021

Declaración del Comité de Cultos y Conspiraciones del Consejo Racionalista en la Clandestinidad (CRC)

 Jorge Etcheverry Arcaya

En términos filosóficos y anticipándonos a variadas elucubraciones e interrogantes, sobre por qué prestar atención a escatologías, concepciones de mundo, teorías conspirativas y cultos, implicando así que tendrían cierta solvencia y que entonces tendríamos que, de algún modo, aceptar creencias, doctrinas e incluso prácticas que no lo merecen, sino debieran estar confinadas al desván de la historia del pensamiento y las religiones, es que declaramos que:

Como miembros del Comité had hoc del CRC debemos responder que muchas veces observaciones y comentarios en términos parecidos no provienen de la así llamada “comunidad científica”, sino de personeros o portavoces de otras concepciones tradicionalmente establecidas, que si bien gozan de un gran prestigio institucional y económico, habiendo llegado en momentos de la historia a dictaminar el destino no ya de los individuos, sino de naciones enteras, tienen el dogma, por ejemplo, de una creación del universo en siete días, muchas veces en forma no simbólica, sino literal; el derecho a un número determinado de vírgenes después de nuestro paso a mejor vida, etc. Incluso, y siempre en las masas de creyentes, la Divinidad habría creado al Hombre a su imagen y semejanza, es decir que Dios tiene el aspecto de esa cara que los enfrenta todos los días desde el espejo cuando se lavan la cara o los dientes.  Científicos observantes de estas mismas religiones, digámoslo de frente, se atreven a decir que esa instancia divina suprema elige impartir la racionalidad de las leyes físicas en el universo y se reserva la prerrogativa de interrumpirlas cuando así lo estime conveniente a través de sus milagros, instaurando así una verdadera esquizofrenia en el seno del pensamiento científico.

Entonces, lo que distingue a las afiebradas escatologías conspirativas u ocultistas, o cultos, de las iglesias de las religiones preponderantes tradicionales, es que estas últimas controlan en forma casi monopólica las instituciones religiosas, y por tanto económicas, en gran medida políticas, culturales y educacionales a nivel mundial. De ahí que no tenga la menor justificación la condena y el ridículo, la persecución que esas descabelladas y acomodaticias concepciones del mundo prevalecientes, ejercen y ha ejercido sobre esas otras, minoritarias, marginales y clandestinas, pero que no han podido exterminar en siglos de quemas, torturas y cuasi genocidios,.

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