Por Ramón Sepúlveda
Ramón Sepúlveda: Estamos con Jorge Etcheverry, con la intención de conversar, primero de su devenir en la literatura, qué es lo que ha hecho que él sea lo que es hoy en esta arte y además lo que es la actividad literaria en los momentos en que hablamos. Ottawa siendo su base y el lugar que ha servido de hogar para Jorge Etcheverry en los últimos 30 años. Jorge ¿Cuando llegaste tú a Canadá?
Jorge Etcheverry: Mira, yo llegué en marzo del año 1975. Y llegué como inmigrante. Estuve tratando de salir de Chile como exilado, pero en buenas cuentas, no fue posible. El asilo en México se había terminado, en Argentina vino el golpe en que votaron a Cámpora. Después tuve la suerte de que unos amigos, que eran Naín Nómez y Manuel Jofré que ya vivían en Canadá, me consiguieran la posibilidad de inscribirme para hacer mi tesis en español, aquí en Carleton University de Ottawa y eso me dio los puntos necesarios para postular como inmigrante.
RS: En el momento de llegar
tú a Ottawa, ya tenías toda una historia literaria, de producción, de
escritura, de publicaciones.
JE: Sí. La primera publicación a nivel mas o menos oficial fue un cuadernillo que se llamaba Cinco Poetas Universitarios que fue publicado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en 1965, en donde hay trabajos míos, trabajos de Erik Martínez, de Jaime Anselmo Silva, de Cayo Evans, de Pepe Cuevas; gente de la época.
Después, con el tiempo pasamos a lo que se llamó el Grupo América, con el cual empezamos a ir a las poblaciones con poesía y con folclore. Ahí también estaba Pepe Cuevas. Cuando después vino la elección de la Unidad Popular en 1970, la visita a poblaciones se convirtió en una práctica habitual de otros grupos también. Pero esto comenzó por nosotros con el Grupo América llevando poesía y folclore, literatura a las poblaciones. En ese momento, el naciente Quilapayún nos acompañó en esta aventura, y después algunos del Grupo América conocimos otra gente y nace la Escuela de Santiago, grupo formado por Julio Piñones, Naín Nómez, Erik Martínez y el que habla, en el que tratábamos de hacer una poesía urbana en Santiago de fines de los sesenta. Ahí publicamos una antología que se llamaba Orfeo como coeditores, y nos apoyamos un poco en la tradición surrealista y experimental de la poesía chilena. Fuimos bastante mal recibidos en ese momento, pero nos sirvió para publicar en otras partes; en México por ejemplo, en Argentina. Entonces ya existíamos como tendencia poética en aquel momento.
RS. Es decir que tu trabajo literario precede incluso a la increíble experiencia política que movió a la población chilena entre los años 70 y 73. En el año 1965, siendo apenas una persona de 19 o 20 años, tú ya tenías un trabajo de acercamiento a las poblaciones llevando el arte de la poesía junto con el incipiente Quilapayún como decías. Saltándonos todo el increíble historial que conocemos de Chile, tú llegas a Canadá a principios del año 75, con toda la experiencia literaria por un lado y la experiencia política por otro. ¿Qué trabajo literario pudiste asumir en los primeros años de vivir en Canadá?
JE: Aquí en Ottawa por a, b o c motivos se juntó una serie de escritores que venía de Chile, algunos conocidos y otros en gestación que también practicaban. De los conocidos estaban Erik Martínez, Gonzalo Millán, Leandro Urbina, Naín Nómez. Después estabas tú que estaba escribiendo en esos momentos, y gracias a la Asociación de chilenos de Ottawa, se forman dos instancias diría yo de literatura en Ottawa. Una instancia que fue un taller literario de la Asociación en donde nos sentábamos a discutir de literatura; y la otra, la de Ediciones Cordillera. La gente que giraba en Cordillera al comienzo era Leandro Urbina, estabas tú, Ramón Sepúlveda, Willy Behrens, estuvo en un tiempo Fernando de Toro, estaba yo, estaba Gonzalo Millán, Naín (Nómez). Cordillera era en parte un organismo cultural y en parte un organismo político porque alguna gente estaba ahí como representante de sus partidos. Esas dos instancias culturales, cuyo funcionamiento implicaba tareas de publicación y también tareas de financiamiento de publicaciones, en sus inicios se dieron a través de la Asociación de chilenos de Ottawa. Había una escuela étnica que enseñaba español los sábados a los niños chilenos, ligada a la Asociación, y los profesores de ella donaron su sueldo para los primeros libros de Cordillera. Después el Movimiento de Izquierda Revolucionaria creó una pantalla que se llamó The Latin American Children Fund. A través de esta se pudo conseguir dinero del Wintario para las sucesivas publicaciones de Cordillera que fueron el libro mío bilingüe, El Evasionista y el libro de Naín Nómez, Historias del Reino Vigilado. De ahí venían un poco las cosas. Por otro lado, nosotros mandábamos trabajos a la revista Literatura chilena en el Exilio que publicaba en California David Valjalo. Yo además fui publicado en Araucaria, o sea había un poco de ese tipo de cosas.
RS: Una cosa interesante,
--y estoy tratando de resumir 30 años, lo que es imposible--, por mucho tiempo
el trabajo hecho por los escritores y poetas chilenos era un trabajo en el
exilio y absolutamente limitado a los medios que ofrecía Chile del exilio. Eso
hoy ha cambiado un poco, aunque no tanto hacia el interior de Chile, pero sí
gracias a otras oportunidades como son las incursiones que he podido observar
en el Internet, en grupos de discusiones en la red y también en sitios webs.
Primero tengo que decir que yo celebro que el trabajo en particular tuyo hoy
sea más conocido, sin embargo, quisiera saber, en tu opinión, en qué se parece
o se diferencia tu producción literaria dentro de las tres etapas que me atrevo
a delimitar: La previa al golpe en Chile, la del primer exilio, y la de hoy con
Internet.
JE: Mira, yo diría que realmente habría una especie de mantención de una combinación. Al comienzo, mis primeros trabajos eran de prosa poética de vanguardia, ligada al surrealismo y esas cosas. Esto correspondería al primer libro mío The Escaped Artist (El Evasionista) cuyo editor fue Leandro Urbina en Ediciones Cordillera, donde yo estaba. Después aparece un libro en Chile, mas bien comprometido con un cierto tipo de antipoesía que fue La Calle. Después, podría decir que ya empiezo a incorporar elementos de antipoesía y poseía coloquial que muestra por ejemplo Vitral con Pájaros que publica Elías Letelier en la editorial Poetas Antiimperialistas de América que aparece el año 2002. Y antes había publicado un poco en un cuadernillo en la editorial Verbum Veritas que se llamaba A Vuelo de Pájaros. Pero de algún modo he mantenido esta tendencia, tanto así que en el último libro mío, que se llama Reflexión hacia el Sur, aparece básicamente una vuelta a la prosa poética, así como en Vitral con Pájaros, introduje un montón de trabajos de antipoesía. Entonces yo diría que he mantenido las tendencias que ya estaban presentes en mi poesía hasta los años ochenta. Ahora el Internet ha sido una cosa muy fundamental para mí. Cuando se edita Reflexión hacia el Sur, en una edición de 500 ejemplares desde Saskatoon por la editorial Amaranta, que es del poeta salvadoreño Julio Torres-Recinos, este libro sale a su vez en Patrimonio, que es un sitio web donde inventarían autores chilenos. Así el hecho de tener un libro en Internet o de poder distribuir material en Internet acrecienta las posibilidades de difusión.
RS: Permíteme esta
interrupción, porque nosotros nos conocemos hace muchos años ya, y me acuerdo
de esas conversaciones de café, o con vino tinto, en algún momento --y me
pareció muy relevante, cuando en un momento me dijiste, “para escribir bien hay
que ser marginal. Hay que escribir siempre desde las márgenes”. Yo lo entendí
en aquella época en el sentido de estar fuera de la mainstream, fuera de los que
eran los consagrados para la época, éramos jóvenes y parte de los que no tenían
cartel. Tu trabajo nunca se ha detenido, está siempre en desarrollo, siempre
produciendo, eres una de las personas más prolíficas de la literatura que yo
conozco. Pero, ¿podríamos intentar redefinir el término ‘marginalidad’ de la
que hablábamos en los años ochenta, hoy en los 2000?
JE: Mira, tuve la oportunidad de ser invitado en enero pasado a un encuentro que organizaba Chile Poesía --que es un organismo dirigido por José Maria Memet y Raúl Zurita--, con otros once poetas chilenos que viven en el extranjero. Me acuerdo que comentando por ahí con ellos, decía “yo soy el único poeta en este grupo que nunca ha publicado un libro comercial”, lo que es cierto. Es decir un libro comercial publicado por Planeta, Editorial Sudamericana o Fondo de Cultura Económica, algún libro de poesía o de prosa, que tomen las editoriales grandes, lo distribuyan y sea un libro comercial. ¡Jamás! Básicamente yo diría que gran parte de las publicaciones ha sido, o en antologías, o en auto publicaciones disfrazadas. Después, entre las cosas que escribí respecto a este encuentro, me referí a esto diciendo que en Chile los jóvenes han perdido ese espíritu de aventura. Que tienen un gran respeto por la institución. Para mí todavía es fundamental el papel por ejemplo de la pequeña editorial, del grupo marginal ahora más que nunca. O sea la globalización significa una especie de absorción y reafirmación institucional a nivel global. La distancia del escritor respecto a la sociedad en que vive, su falta de compromisos en el sentido de que están atados a empresas editoriales, significa muchas veces concesiones, yo creo que hay que mantener un poco esa actitud de marginalidad. A mí me encantaría el día de mañana publicar una novela en Alfaguara o en Planeta, con bastante plata, qué se yo, que me den cien mil dólares, pero a mi poesía, a mis crónicas, a mis comentarios quisiera seguir manteniéndolos en el margen, pero si es posible con una difusión electrónica grande.
RS: Si fundamentalmente hoy día el nombre Etcheverry ha crecido entre lectores y seguidores de la literatura, es por este compromiso que tú expresas en el sentido de seguir trabajando en pequeños grupos, dentro de grupos que no son parte de las grandes tendencias y en donde las masas, por último, consumidoras tienen un acceso limitado, aunque esto cambia en la medida que Internet un poco democratiza el acceso, pero el hecho de que no te hayas comprometido con grandes editoriales, te permite mantener la independencia, primero en cuanto a la estilística: tú puedes escribir y plantear, organizar, ordenar, tu prosa y tu poesía como quieras, y en segundo lugar, tú no tienes que hacer ninguna concesión referente al contenido, lo que me parece loable y esencial en lo que nosotros entendíamos en aquel tiempo como lo que era la literatura al servicio de los más pobres. Quizá exagere en ese sentido, pero un vehículo libre de compromisos económicos.
JE: Pero yo te digo una cosa, hoy se está viviendo justamente un retorno a la literatura comprometida. Hace unos años la literatura comprometida era una cosa ridícula, cliché, añeja, qué se yo, etc., etc. Pero en estos últimos años, yo diría... Inclusive hace poco escribí un artículo que yo puse en mi página, ahí hablaba de Poetas.com, de Elías Letelier, hablaba también de una iniciativa en Chile que es un congreso de literatura latinoamericana y de las Ediciones Apostrophe del poeta Arias Manso. Es decir, en estos momentos es posible que se haga por ejemplo un trabajo de solidaridad con la izquierda turca perseguida y que poetas del mainstream latinoamericano aparezcan firmando esta propuesta y como parte de una antología. Aquí aparece (Ernesto) Cardenal, aparece Patricio Mans; entonces, digamos, eso es posible.
RS: ¿Cuál es el título de esta antología?
JE: Canto para un Prisionero. El asunto es el siguiente: eso ya es posible otra vez. Y en buenas cuentas una de las cosas que Internet ha conseguido, es reinsertar la posibilidad del planteamiento político de un poeta sin que tenga que avergonzarse.
RS: Es muy interesante lo que tú planteas, porque si bien es cierto, como lectores nosotros podemos apreciar este tipo de cambios, lo bueno es que Jorge Etcheverry nos lo diga, tú nos lo digas, Jorge, como alguien que lo ha experimentado de primera mano. Ahora, Jorge, la literatura tiene por supuesto la parte de la escritura que es una tarea en solitario, no es cierto, el escritor frente a la máquina de escribir, la pluma y la tinta de hacen años, y hoy día frente a su computador. Pero hay también una parte social. Y esa, durante los últimos ocho años la has liderado tú a través del Taller El Dorado. Cuéntame, cómo encaja esto desde una visión de un creador, que por un lado está la escritura solitaria, concentrada, y la otra de proveerles a los escritores y a los principiantes una tribuna.
JE: La idea que tengo yo es que antes de que existiera El Dorado había ya esta necesidad. Me acuerdo que una vez hicimos una actividad, una lectura, con el primer embajador de Chile después de la dictadura, Francisco Rivas. Ya entonces se veía como una necesidad. El problema era que los recitales se daban en presentaciones de libros u ocasiones especiales. Entonces decidimos que había que hacer algo. Ahí no estaba solamente yo, sino que también estaba envuelto Luciano (Díaz), estabas envuelto tú como parte de un taller anterior, estaba el Chico (Arturo) Lazo--, había la necesidad de un vehículo para expresar primero a los escritores, y después consiguientemente, a la comunidad y a los escritores nacientes. Hubo un momento que El Dorado se llenaba de gente. Iban todos los artistas locales a tocar ahí y llevaban mucho público. Después, las diversas embajadas empezaron a hacer programas culturales, y empezaron también a surgir otras venues, otros vehículos para los artistas. Pero hubo un par de años en donde no había nada más, entonces todo el mundo iba al café de Leo Gusti. Llegaban los artistas, llegaban los poetas, los poetas de aquí, los poetas de allá, y el público. Después la gente se va. No es que la gente se haya ido porque se enojara, sino simplemente se dieron cuenta que tenían que abrir otras alternativas, otros vehículos, así sale lo que creó Pato (Patricio) Ponce que se llamaba La Tertulia, inclusive me invitó a leer. Y era necesario, él necesitaba una cosa allá, se armó en un momento, etc.
RS: Y era por el idioma además porque eso está en el lado francés
JE: ... Sí. Entonces después empezaron las actividades por el lado de las embajadas. Ahora hemos tenido la sorpresa en El Dorado de que está saliendo una generación nueva de escritores jóvenes mexicanos, que están llegando a nosotros. Ellos tienen sus propias actividades en la sede de la UNAM, y para octubre planeamos invitarlos a ellos como grupo. Una de las cosas que destaca al poeta de izquierda o al intelectual de izquierda, no importa lo abstruso que sea, tiene contacto con la comunidad. Hablando de libros aparentemente abstrusos, o libros surrealistas, el Tequila Sunrise de Erik Martínez puede ser un ejemplo. Sin embargo, en un momento cuando se trataba de recolectar dinero, o hacer una actividad pagada, una peña por ejemplo, él leía textos de ahí. Yo era considerado un autor vanguardista en Chile, pero eso no quiere decir que yo me iba a aislar de la comunidad. O sea, prácticamente el autor de izquierda trabaja con la comunidad. Así nació la literatura chilena en Canadá, el vínculo con la comunidad ha sido siempre esencial, y esa cosa se mantiene. Eso es casi natural.
RS: Jorge, lo que acabas de
plantear, recoge un poco el sentimiento, y no sólo lo recoge, sino lo define y
lo pone en perspectiva, y que es lo que muchos de nosotros compartimos. Me
permito decir “nosotros” porque de alguna forma parte de esa historia es
también compartida contigo.
Para terminar una pregunta bastante abierta, por supuesto, quisiera que nos hablaras un poco de cuáles son los planes al corto plazo, a mediano plazo... Y por qué lo digo, Jorge, valga este breve paréntesis para fundamentar un poco, yo soy uno de los cree que dentro de los creadores que hoy tenemos a mano, tú eres uno de los más importantes. Veíamos hace poco el caso de Roberto Bolaño a quien póstumamente venimos a reconocer como un gran trabajador de la literatura. De alguna forma tu estabas mas a la vanguardia que él y tienes una experiencia, un bagaje de producción tan importante como el de él, y que todavía, a mi pesar es desconocido, no está bien distribuido. Veo con mucho entusiasmo que hoy, gracias a Internet tu trabajo esté mas difundido, pero basta de lo que yo pienso, quiero que tu me digas cuáles son los planes y como el lector común y corriente podría tener la suerte de conocer el trabajo tuyo.
Mira, yo diría de partida que justamente por este fenómeno de la Internet, en los últimos años; si alguien lo ha aprovechado, soy yo. Hay otra gente que va a buscar pornografía, que no está mal, o que se mete en los chats. Para mí es otra cosa. He conseguido últimamente por ejemplo, una publicación en una revista de España, otra publicación en una antología de prosa en Argentina, va a salir una publicación en México, me acaban de publicar en España en una antología sobre cuentos cortos relativos al Quijote. O sea para mí me ha significado bastante. A través específicamente de escritores.cl de (Ernesto) Langer y de poetas.com, donde he puesto textos; esos sitios tienen una gran difusión. Entonces yo he escrito una serie de artículos y cosas...
RS: Pero no nos engañemos, Jorge: poetas.com y Ernesto Langer con escritores.cl han sabido reconocer calidad en lo que tú les has mandado. A mí me consta que muchas personas se han acercado a ellos sin ningún resultado, es decir hay por supuesto, lo que yo y muchos reconocemos, el trabajo literario acabado, el oficio, en lo tuyo y eso es lo que ha prosperado.
JE: Pero déjame que te diga una cosa, en Chile por ejemplo a mí me ubican un poco. Es decir, alguna gente de allá me ubica, me conoce, son mis peers, como se dice, mis compadres. Ahora lo que yo tengo como proyecto es publicar prosa. Tengo ya una novela publicada, que le fue bien en Canadá, inclusive ha sido objeto de varias ponencias. Hay un profesor que enseña en la Universidad de Calgary un curso sobre diaspóricos que la ha puesto en los cursos, pero no tuvo difusión fuera de aquí. Yo sé que muchas veces el hecho de estar en Canadá para algunos escritores chilenos no es bueno. Nadie conoce a Canadá. Es decir, si uno está en París, Buenos Aires, Ciudad de México, inclusive Madrid o Barcelona, a tí te publican, allí te publican, con el tiempo. Bolaño se demoró muchísimo en que lo reconocieran, pero al fin a uno lo van a publicar. Acá no. Olvídate. Estando en Ottawa, en Canadá, no. ¿Por qué? Porque Canadá no existe en el mapa literario internacional y eso es cierto. Entonces los proyectos míos son publicar otro libro de poesía que se llama La Infancia del Profeta que ya esta bastante avanzado. Lo perdí por un virus que atacó mi computador hace algunos meses, ahora lo estoy reconstruyendo, y que como otras antologías mías; este recopilará textos, desde muy nuevos hasta textos antiquísimos, y eso es lo que hago. El de ahora...
RS: Tu libro Vitral con Pájaros también hacía eso.
JE: ...Este otro libro también, o sea es un libro que tiene cosas de ese tipo, La Infancia del Profeta. Lo quiero terminar, ver como lo publico. Después quiero ver como publico prosa en forma comercial, algo que me interesaría muchísimo. Y ahora hay una gran cosa que voy a reconocer: mi hija, Gabrielita Etcheverry está interesada en trabajar conmigo en Split Qoutation y ella está moviéndose en torno a eso. Con esto creo que, respecto a la cosa editorial vamos a poder echar un poco pa’ delante.
RS: Jorge, muchísimas gracias en nombre muy propio, porque has entregado algunas señas de que tu trabajo sigue prosperando y por otro lado nos has puesto al día de tus proyectos literarios. Con esto terminamos por ahora la conversación. Muchas gracias, Jorge.
JE: Muchas gracias, Ramón, por esta oportunidad de hablar con una persona conocedora y talentosa, además de un amigo por muchos años.
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