Jorge Etcheverry
(de La catástrofe de las vanguardias)
“estamos a la vez abrumados y acongojados por esta necesidad de crecer y multiplicarnos, como nos decían nuestras religiones del pasado—como nos ordenan nuestros genes del presente
“como las alas de una vasta mariposa gris que lo tapa todo todo que lo cubre todo todo se nos presenta ante los ojos cada vez más ávidos—que en su hambre creciente y multitudinario YA no pueden sustraerse al espectáculo siempre impresionante de nuestra futura extinción—que habrá de pasar por etapas sucesivas de ingestión incluso de nuestros semejantes
“hayyyy no nos refiramos a eso—todavía tenemos monumentos bellos y complejos que se levantan en los puntos estratégicos o sinó los más ornamentales para nuestros ojos y de los visitantes de nuestras megaciudades que se extienden hacia el firmamento, que se desenrollan cubriendo montes y llanos en un filigrana impresionante por lo delicado, una mezcla de metal y cristal, o una aleación de agua y cielo
“todavía nuestro número no es tan tupido como para—todavía nuestro futuro no está tan cercano como para—todavía no estamos tan necesitados como para
“sigamos enhebrando un rato más nuestras bellas palabras multifacéticas—que resuenen nuestras canciones y discursos—en las aulas escolares—en la grada de los templos y los palacios presidenciales
“cantemos mientras podemos al amor—los bellos sentimientos, la hermandad, la hospitalidad, el compañerismo, un cuantuai
“la amistá, la solidaridá, la piedá misma como una florecita blanca pero que se está secando
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