Edgardo Sapiaín
Hay una cosa medio gringa y fruto de la desviación antiimperialista que ha permitido que las izquierdas apoyen procesos de descolonización y autonomía nacional en principio y en general, aunque esos procesos a las finales instalan burguesías y dictaduras nacionales, en la gran mayoría de los casos. Para los gringos con complejo de culpa, el único mal en el mundo es el Hombre Blanco, la religión cristiana. Canutos como son, ponen al occidente como la serpiente en el paraíso terrenal que es el mundo. Lo mismo pasa con el mito del buen salvaje, de inventar que había esos pueblos paradisíacos e inocentes, de "antes de la peluca y la casaca" como decía el vate. Pero los cristianos no son los únicos malulos. En general las organizaciones terroristas musulmanas se dirigen primariamente contra las otras versiones del Islam que consideran heréticas, así los grupos extremistas suni matan chías desde Afganistán a Nigeria, y en Siria los rebeldes suni ejecutan a los chía que les caen a las manos, aparte de a varios otros creyentes, los que hace que estos se vean forzados a apoyar a Assad o enfrentar el genocidio. Resumiendo, como marxista, que todavía soy un poco, creo, encuentro un poco cómicas esas concepciones mitológicas de una humanidad originaria natural y buena que se ve conquistada y corrompida no por los cambios en los modos de producción, que cuando ocurren generan catástrofes sociales y humanas, sino por la voluntad de conquistadores y blancos malos y rapaces. Esa gente obvia la ideología, concepto fundamental del marxismo y tienen una concepción de una esencia humana inalterable, que es la actual, y que proyectan al pasado. A ese proceso lo llamo la Retroanalogía, cuyo examen dejaremos para una ocasión venidera.
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